Tu Liberación está Cerca

David Wilkerson (1931-2011)

Dios había dado a Moisés e Israel promesas férreas de liberación, por lo que Moisés fue al pueblo con las buenas nuevas. Él les hizo señales y las Escrituras dicen que ellos creyeron. “Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel. Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” (Éxodo 4:29-31).

Fue un tiempo de esperanza y regocijo. Todos gritaron: “¡Aleluya! Finalmente somos libres. Dios ha oído nuestro clamor y nuestra esclavitud ha acabado. ¡Alabado sea él!

¿Qué pasó después? Las cosas sólo empeoraron. La esclavitud de Israel se volvió absolutamente insoportable. No les dieron paja para fabricar ladrillos y soportaron fuertes palizas por parte de sus capataces. Faraón se enfureció contra los líderes de Israel: “Apartaos de mi vista. Volved al trabajo”.

Moisés no podía creer este terrible giro de los acontecimientos. Él clamó: “Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo” (Éxodo 5:22-23).

Debes entender que el diablo sabía que la liberación de Israel estaba justo a la puerta, entonces, ¿crees que se iba a quedar sentado y no hacer un último intento de desgastar al pueblo de Dios? El empeoramiento de la condición de Israel no fue obra de Dios. Más bien, era Satanás corriendo locamente, apresurando su trabajo antes de que llegara la hora de la liberación.

Del mismo modo, cada vez que el diablo te ve arrodillado, sabe que tu liberación está cerca y no se quedará sentado en esos momentos finales antes de que llegue la victoria. En cambio, intensificará tus tentaciones. Él inflamará a la gente contra ti y enviará espíritus mentirosos para acusarte falsamente. Te mentirá diciendo que Dios te ha quitado su Espíritu Santo, que estás pagando por pecados pasados. Intentará inundarte con todo tipo de culpa y condenación.

Si estás orando, pero las cosas sólo están empeorando, ¡empieza a regocijarte porque tu liberación está cerca!