Un Corazón en Llamas

Gary Wilkerson

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15-16).

Este pasaje de las Escrituras se escribió acerca del estado espiritual de la iglesia de Laodicea. Laodicea es una palabra del diccionario que significa tibio o indiferente. El tibio está justo en el medio, con frío de un lado y caliente del otro. Jesús no dice que le gustaría que fuéramos calientes, tibios o fríos. No, él preferiría que fuéramos fríos o calientes en lugar de tibios.

Cuando Jesús habla de una característica de ser caliente, se refiere a estar lleno de celo y pasión con un corazón que arde por Dios. Se refiere a algo en nosotros que nos mueve a la acción. Por eso dice: “Yo conozco tus obras”. Jesús no dice: “Yo conozco tus pensamientos y emociones”. Él dice: “Yo conozco tus obras”, porque cuando ves las obras de alguien, tienes una revelación del corazón de esa persona.

Muchos de nosotros no nos damos cuán alejada está la tibieza del corazón de Dios. Este estado es despreciable para Jesús porque habla de alguien que dice ser uno de los suyos, que toma el nombre de Jesús y cita las Escrituras, pero luego se comporta como el mundo.

Una persona tibia es alguien que dice ser cristiano, pero hace las mismas cosas que alguien totalmente frío: sigue emborrachándose, acostándose con cualquiera, tomando el nombre de Dios en vano, engañando, mintiendo y todavía llamándose cristiano. Esta persona se convierte en un testimonio ruinoso para Cristo.

Jesús prefiere un testimonio honesto que diga: “No soy salvo, y vivo como tal”, en lugar de: “Yo digo ser salvo, pero no vivo como tal”. Jesús continúa diciendo a los tibios: “Porque eres tibio, te vomitaré de mi boca”. Este lenguaje fuerte de Jesús enfatiza cómo la tibieza destruye nuestra fe.

La iglesia en Laodicea era poco entusiasta en su fe cristiana, por lo que Dios les estaba advirtiendo que los rechazaría a menos que se arrepintieran. Nunca te conformes con seguir a Dios a medias, sino busca a Cristo con celo y un corazón encendido, impulsado a la acción.