Un Corazón Generoso y Gozoso
¿Cuántos de ustedes están agradecidos de que Jesús no fue a la cruz de mala gana?
Se nos dice que él tenía exactamente la actitud opuesta: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1-2).
¿Cuál era ese gozo que le había sido presentado? Tú, porque te amaba tanto. Dios no tenía que obligar a Jesús a hacer eso: “Hijo, si no haces esto, me enojaré mucho contigo”. Él no se quejó con Dios al respecto: “Supongo, pero esto me va a doler mucho”. No, él fue en busca del gozo que le había sido puesto delante.
Ahora estamos llamados a andar en el mismo camino que Cristo. Hay un versículo que creo que encaja perfectamente con esto. Aunque lo he oído con más frecuencia en sermones sobre dar dinero, creo que se aplica a todas las áreas de la vida. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). Pablo no estaba hablando solo de dinero aquí. Dios no se preocupa solo por el dinero.
A Dios le importa lo que hacemos y el tipo de servicio que prestamos. La forma en que servimos, la forma en que adoramos, la forma en que oramos o diezmamos o nos cuidamos unos a otros. Creo que es muy importante cómo hacemos esas cosas. ¿Actuamos de mala gana o con gozo? Escuchar las instrucciones del Espíritu Santo y la actitud que tenemos mientras servimos, damos o actuamos es mucho más importante que la cantidad de dinero que hemos dado o el tipo de trabajo que tenemos.
¡Vivamos nuestros días con un corazón dispuesto a servir a Dios por amor y generosidad!