Un Pacto Eterno

Gary Wilkerson

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo [Cristo], cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8:6).

“Estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (Hebreos 8:8-9).

Dios tomó a su pueblo de la mano y lo sacó de la esclavitud, de la miseria. Los guió milagrosamente abriendo el Mar Rojo hacia el desierto y luego hacia la Tierra Prometida. Ese fue un buen pacto, pero Hebreos dice que el nuevo pacto es mejor y más excelente.

La segunda parte de Hebreos 8:9 nos dice: “Porque ellos no permanecieron en mi pacto.” Por eso era necesario un nuevo pacto.

“Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:10-12).

Dios dice que el nuevo pacto será mejor y más excelente que el antiguo, no como el que hizo con los hijos de Israel en Egipto. Él va a hacer algo diferente esta vez; no es sólo un pacto que hace sino un nuevo poder que da. El nuevo poder viene de Él, que vive dentro de nosotros. No es un pacto externo sino interno.

Amigo, si pudiera impartir una cosa a tu vida, sería este mensaje de entender, caminar y disfrutar la realidad de que el pacto de Dios con nosotros es un pacto eterno.