Un Plan de Supervivencia
Cuando el pueblo de Dios enfrenta una crisis aparentemente imposible, el clamor que oigo con más frecuencia es: “¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Es este el castigo por el pecado que me acosa con el que he luchado durante muchos años? ¿Me ha abandonado él?
La historia de Elías muestra cómo deben responder los hijos del Señor. Mientras el profeta anticipaba la hambruna que se avecinaba, las cosas deben haberle parecido absolutamente desesperadas; pero Dios tenía en mente un plan de supervivencia específico para su siervo fiel. Él instruyó al profeta: “Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer” (1 Reyes 17:3-4).
¿Cómo podría alguien soñar con este tipo de plan de supervivencia? ¿Cómo pudo Elías haber imaginado alguna vez que lo enviarían a un arroyo escondido para encontrar agua para beber cuando no había nada más que sequía en todo lugar de la tierra? ¿Cómo podría haber pensado alguna vez que un suministro diario de pan le sería traído por pájaros voraces que normalmente comían todo lo que tocaban sus picos?
Más tarde, los tiempos se pusieron difíciles para Elías porque el arroyo finalmente se secó, pero Dios intervino nuevamente y le dio al profeta otra nueva palabra de dirección. Él dijo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (1 Reyes 17:9). ¿Cómo podría alguien pensar que una viuda pobre, en medio de una depresión, podría alimentar a un hombre durante días, semanas, meses?
El hecho es que Dios usa las cosas más despreciables e insignificantes del mundo para su gloria. La evidencia es abrumadora. Dios, nuestro consejero experto en supervivencia, tiene un plan detallado para cada uno de sus hijos, para ayudarnos a enfrentar los peores momentos. El Señor declara: “Produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré” (Isaías 57:19). La palabra hebrea para “paz” aquí es “paz perfecta”.
En tiempos de pánico, el pueblo que confía en Dios será bendecido con una paz perfecta.