Un Zelote y un Recaudador de Impuestos

Tim Dilena

El Nuevo Testamento nos muestra dos grupos de personas: los recaudadores de impuestos y los zelotes. Los primeros eran judíos que recaudaban impuestos de sus compañeros judíos para el Imperio Romano. Se ganaban la vida cobrando una cantidad extra a lo que todos debían. Algunos de ellos extraían todo lo que podían y se hicieron muy acomodados. Muchos judíos consideraban traidores a los recaudadores de impuestos porque se enriquecían colaborando con las autoridades romanas a expensas de su propio pueblo.

Los zelotes creían firmemente que los romanos no debían gobernar su tierra y consideraban que la violencia era una respuesta apropiada. Algunas facciones de los zelotes probablemente hoy las llamaríamos terroristas. Asesinaban en nombre de la religión y odiaban a los traidores, específicamente a los recaudadores de impuestos.

Juntar esos dos probablemente no sería una buena idea, pero ¿qué vemos en los evangelios? “Entonces llamando [Jesús] a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó” (Mateo 10:1-4).

Jesús reunió a un recaudador de impuestos y a un zelote en su grupo más cercano de discípulos. Mateo escribió esto e incluyó esas etiquetas para que sepamos sobre el conflicto potencial aquí. Jesús los llamó específicamente a trabajar y vivir juntos, y puedes estar seguro de que lo hizo a propósito.

Nuestra tendencia es juntarnos con gente como nosotros, pero eso es un club, no una iglesia. La iglesia representa los amados de Jesús, no tus gustos. Dios puede ponerte con personas que te irritan. Así funciona la lija. Te quitan las asperezas y te vuelves más como Cristo.

Así que la próxima vez que tu naturaleza zelote se siente al lado de un recaudador de impuestos irritante, piensa en cómo Jesús pudo haber colocado a esa persona en tu vida para hacerte un cristiano más fuerte. Una vez que llegues tan lejos, piensa en cómo es casi seguro que Dios te está usando para santificar a alguien más, y luego regocíjate. ¡Ésta es la iglesia tal como Cristo la planeó!

 
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