Una Conspiración de Interrupciones
Todo el infierno tiembla ante la oración eficaz y ferviente de un solo creyente. La oración poderosa de un solo intercesor suena como un trueno furioso en las cavernas de los condenados. Ni un centímetro de espacio en el infierno permanece intacto ante un creyente que se niega a sí mismo, toma su cruz y sigue a Cristo con todo su corazón.
Sin embargo, debemos recordar que el alma que clama con anhelos agonizantes por profundidad en Cristo se convertirá en el foco central de la conspiración de interrupciones de Satanás.
Un pastor me escribió una vez diciendo: “Mi mayor batalla no es con algún pecado secreto de la carne, sino con mantener una vida constante de oración y estudio de la Palabra de Dios. Satanás rara vez me tienta con el pecado sexual, pero me mantiene tan ocupado con los asuntos cotidianos de la vida que me quita tiempo para orar y estudiar. No permito que esto suceda intencionalmente, pero me enredo en varios proyectos e interrupciones. Este ciclo se repite una y otra vez, y Satanás me está robando mi tiempo con Dios”.
Al igual que millones de otros cristianos sinceros, este querido pastor es víctima de una conspiración demoníaca de interrupciones. El blanco principal de estos ataques del diablo es el lugar secreto de oración. ¿Cómo mantiene el diablo a los creyentes fuera de este lugar oculto? ¿Los atrae con imágenes eróticas, pensamientos tranquilizadores de escape a través del alcohol o las drogas, o sueños de fama y prosperidad? ¡No! El diablo sabe que la persona en unión con Cristo no será tentada por tal vulgaridad. En cambio, el viejo zorro busca interrumpir y obstaculizar cada intento del creyente de entrar en la presencia de Dios y estudiar su Palabra.
La comunión en oración y el estudio de la Palabra de Dios no pueden ser opcionales. Tus pensamientos no deben ser simplemente que debes orar, sino que no puedes sobrevivir sin la oración. Job declaró: “Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (Job 23:12).
¡Sólo cuando la oración se convierta en lo más importante, te tomarás el tiempo para realizarla!