Una Invitación y Una Advertencia
Jesús se puso de pie en el templo y alzó la voz: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37). Mientras leo esto, surge una pregunta: En el Nuevo Testamento, ¿Dios rechazaría a una persona que rechazara sus ofertas de gracia, misericordia y despertar?
Jesús respondió a esto diciendo: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mateo 23:38). Les dijo: “Este templo es ahora tu casa, no la mía. Yo lo dejo y dejo lo que ustedes desperdiciaron y abandonaron".
Luego añadió: “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39). Él les estaba declarando: "Mi gloria ya no está en esta obra antigua".
Piénsalo. Aquí estaba la misericordia y la gracia encarnadas, diciendo: "Esta cosa vieja ya no es mía". Jesús pasó a Pentecostés, al comienzo de algo nuevo. Él estaba a punto de levantar una nueva iglesia, no una réplica de la antigua. La haría completamente nueva desde su cimiento. Sería una iglesia de nuevos sacerdotes y personas, todos nacidos de nuevo en él.
Poco después de este pasaje de las Escrituras, Jesús dijo a sus discípulos: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir… vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe… y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:45-51).
Aunque somos parte de esta nueva obra que Jesús está haciendo, debemos evaluarnos cuidadosamente. ¿Nuestro comportamiento en la iglesia representa quién es Jesús? ¿Estamos actuando como la iglesia triunfante, la novia sin mancha de Cristo? ¿Revelamos a un mundo perdido la naturaleza misma de Dios?