Una Posición de Fe

David Wilkerson (1931-2011)

Después de que Samuel ungió a Saúl como rey, lo escoltó hasta las afueras de la ciudad y le dijo: “Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios” (1 Samuel 9:27). Imagínate que al rey de Israel se le ordenó quedarse quieto en lugar de actuar.

En esencia, Samuel le dijo: “Saúl, acabo de ungirte y tu mente ya está acelerada. Estás pensando: ‘¿Qué está haciendo Dios? ¿Cómo puedo conocer su voz, su voluntad?’ ¡Deja de esforzarte, Saúl! ¿Quieres oír a Dios? Entonces quédate quieto y oye, y te daré la palabra de Dios”.

Esto ilustra perfectamente el principio que quiero enfatizar: la Palabra del Señor, su voz de dirección y liberación, se da a quienes permanecen firmes ante Dios.

Cuando una coalición de ejércitos poderosos invadió Judá, la Escritura dice que el rey Josafat “tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá” (2 Crónicas 20:3).

El pueblo comenzó a orar: “¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?... Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:6,12).

Una vez más, vemos que no hay nada malo en tener miedo. Dios es paciente y no nos echa en cara nuestro temor. De hecho, deberíamos hacer una oración similar a la que hizo Josafat: “Señor, tengo miedo. El enemigo viene como un diluvio y no sé qué hacer. Señor, yo sé que tú tienes todo el poder y la fuerza, así que esperaré y oraré. Fijaré mis ojos en ti”.

El Espíritu ordenó: “No temáis ni os amedrentéis…  porque no es vuestra la guerra, sino de Dios… No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros” (2 Crónicas 20:15-17).

La palabra “paraos” significa “no vaciléis en este asunto”. En otras palabras, asume una posición de fe. ¡Ten la convicción de que la batalla es del Señor, no tuya!”