Unidad en el Cuerpo
Yo creo que cuando Jesús lavó los pies de los discípulos, estaba enseñando una lección profunda sobre cómo lograr la unidad en el cuerpo de Cristo.
Cuando Jesús se acercó a Pedro para lavarle los pies, el discípulo retrocedió y le preguntó asombrado: “Señor, no vas a lavarme los pies, ¿verdad? ¡Nunca, nunca!" (ver Juan 13:6). Jesús respondió: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan 13:8). Jesús estaba diciendo, en esencia: “Pedro, si te lavo los pies, tendremos motivos para una preciosa comunión, una base para la verdadera unidad”.
Después de que Jesús lavó los pies de sus discípulos, les preguntó: “¿Entienden lo que he hecho?” Si hubieran comprendido el significado espiritual de lo que él acababa de hacer al quitar la mancha y la culpa de su pecado, habría producido en ellos una profunda gratitud.
¿Qué te hizo Jesús cuando te limpió? Él borró toda tu culpa y te hizo limpio y sano. Él puso alegría en tu alma y te llenó de tal amor por él que lo seguirías a cualquier parte y harías cualquier cosa por él.
Amados, ese es el secreto de la unidad. Cuando tomas la toalla de la misericordia por un hermano caído y herido, lo animas abrazándolo en su dolor. Al lavarle los pies a esa persona, construyes una base firme para la verdadera unidad y el glorioso compañerismo. Son hechos uno por su experiencia común.
Este mensaje es tanto para mí como para cualquier otra persona. Hace poco adquirí este conocimiento convincente de lo que realmente significa el lavado de los pies. Por la gracia de Dios, tomaré la toalla de la misericordia junto con los demás y buscaré a aquellos que sufren cuyos pies necesitan limpieza.
Jesús dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros… Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:14,17). Ahora que “sabemos estas cosas”, como dijo Jesús, podemos hacerlas. ¿Estás dispuesto y listo para tomar tu toalla con amor?