Venciendo el Mal con el Bien

John Bailey

Cuanto más profunda es la relación, más importante se vuelve tu testimonio. Cuando digo testimonio, no me refiero a tu historia de conversión; sino a la forma en que caminas en la vida.

Si yo estuviera compartiendo el evangelio con alguien en una gasolinera, no tendría tiempo de explicar cómo vivo de una manera que coincida con lo que Dios manda en la Biblia, que tengo integridad en el trabajo y en mi hogar. Sin embargo, cuanto más profunda sea la conexión que tengas con una persona, más importante será que Cristo viva a través de tu vida y no solo de tus palabras. Es muy importante recordar esto cuando nos reunimos con amigos y familiares que no conocen a Dios pero nos conocen muy bien. Han tenido años para observar cómo respondemos a pequeños inconvenientes, como que alguien golpee nuestro auto con un carrito de compras, y a grandes pérdidas, como la muerte repentina de un ser querido.

¿Cómo vivimos frente a personas cuya perspectiva de Dios podría ser la que tienen de nosotros?

Como pastor, descubrí que algunas personas vienen a mí y me dicen: "Yo les digo a mis hijos algo sobre Jesús todo el tiempo, y simplemente no quieren oírlo". Sin embargo, cuanto más hablo con ellos, más me doy cuenta de que actúan de forma bastante crítica y dura. Realmente no puedo culpar a sus hijos por no querer escuchar de ellos acerca de Jesús. 

Cuando te relacionas e interactúas con la gente, deja que la vida de Jesús brote. Cuando estés listo para compartir la Palabra (Dios abre esas oportunidades) será mucho más poderosa.

En nuestra cultura en Estados Unidos, la gente ha oído y visto a las personas religiosas. Lo que necesitan ver en cambio, es una auténtica vida piadosa. Cuanto más puedas captar esa nueva vida que Dios le da a su pueblo, más poder tendrán tus palabras cuando comiences a hablar de la salvación o de conocer a Cristo.

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al SeñorNo seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:9-11,21).