Viniendo a Dios con Tristeza

David Wilkerson (1931-2011)

El Espíritu Santo me dirigió al libro de Nehemías; y mientras leía el capítulo 2, vi algo que no había visto antes. Este capítulo contiene una historia alentadora para todos los que vienen al Señor con el corazón apesadumbrado.

Nehemías era copero del rey Artajerjes. Él probaba los vinos antes de llevarlos a la mesa del rey para asegurarse de que no estuvieran envenenados. Con el tiempo, Nehemías se convirtió en un servidor de confianza del rey.

Nehemías recibió un informe de su hermano de que Jerusalén estaba en ruinas. La población había sido diezmada; la gente se encontraba en una situación terrible y las condiciones empeoraban día a día. Esto desgarró el corazón de Nehemías. Amaba a Judá y a Jerusalén, y un profundo dolor comenzó a apoderarse de él.

Las Escrituras dicen: “Y aconteció en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, cuando el vino estaba delante de él, que tomé el vino y se lo di al rey. Ahora bien, nunca antes me había sentido triste en su presencia. Entonces el rey me dijo: “¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón” (Nehemías 2:1-2).

Comprende que a las personas se les prohibía presentarse con tristeza ante la presencia del rey, especialmente si eran empleados de la corte. Nehemías sabía que tener un semblante sombrío podría costarle la cabeza, y tuvo un miedo terrible.

Cuando el rey vio el dolor de Nehemías, sintió compasión. Las Escrituras nos dicen que le dio a su abatido siervo un permiso de ausencia. También le dio una carta de crédito, abriéndole el tesoro real. Después de todo eso, Nehemías recibió del rey el deseo de su corazón: permiso para ir a Jerusalén a reconstruir el templo y las murallas de la ciudad.

Este es mi punto. Si Nehemías pudo ir a la presencia de un rey pagano con un rostro triste y aun así encontrar favor y bendiciones más allá de la imaginación, ¿cuánto más el Rey Jesús mostrará compasión hacia cada uno de nosotros, sus hijos, en nuestra tristeza? Él está ansioso por aliviar nuestra carga y suplir nuestras necesidades.