Vive en Su Presencia

David Wilkerson (1931-2011)

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18) . ¡Nos convertimos en lo que observamos! El foco de nuestra atención extiende su influencia a lo largo de nuestras vidas. Lo que contemplamos con nuestros ojos espirituales nos obsesiona; y toma el control.

Pablo eligió estar obsesionado con Cristo; el Salvador se convirtió en el único objeto de su pensamiento, predicación y doctrina. “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1 Corintios 2:2). Mantuvo sus ojos en Jesús como la cabeza del cuerpo y no en los problemas del cuerpo.

El deseo de Dios para nosotros es que seamos revestidos de la presencia de Cristo. ¿Quieres victoria sobre el pecado y liberación de todo el poder del enemigo? Ora diligentemente por una manifestación de la presencia de Cristo. Si te lo tomas en serio, sus ojos amorosos te derretirán y te llevarán a un lugar de quebrantamiento y contrición.

Esa misma tierna presencia del Señor se convertirá en el corazón y la vida de tu alma. No querrás dejar su presencia. Te apoyarás en su brazo y todo temor se irá, reemplazado por perfecta paz y reposo. Puedes enfrentar el pecado y a Satanás mientras estás vestido con el glorioso poder de la presencia de Cristo. La Palabra de Dios promete: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3:5).

La iglesia entra en los últimos días como “una mujer vestida del sol...” (ver Apocalipsis 12:1). ¡Este es Cristo, nuestra vestidura blanca! Nos hemos revestido de Cristo y permanecemos en su presencia sobre todos los principados y potestades. Estarás por encima de todo y, como Esteban, lo contemplarás en el cielo (ver Hechos 7:56).

Realmente no es complicado. De hecho, se puede resumir en cuatro palabras: Mantente cerca de Jesús. Vive en su presencia y por fe toma asiento junto a él en los lugares celestiales. Míralo puesto en pie a la diestra del Padre en favor tuyo y nada podrá estorbarte.