Viviendo con una Santa Insatisfacción
La desesperanza surge de una visión incorrecta de Dios, y es ahí donde Satanás viene a matar y destruir nuestra visión de que Dios es bueno y para nosotros. Dios es poderoso, está disponible y presente para nosotros en todo momento; él está con nosotros en la tormenta cuando las tormentas no cesan.
A medida que nos convertimos en hombres o mujeres espirituales de Dios, personas que se acercan a Jesús con total confianza, enfrentaremos una batalla. Habrá distracciones satánicas para alejarnos de la intimidad con Jesús. Nuestra 'droga' de elección o nuestra comodidad de elección puede ser una plétora de cosas. Por lo general, son cosas "propias" como: "Quiero construir mi carrera" o "Quiero construir mi reputación" o "Quiero comodidad".
Vivir para uno mismo se siente bien temporalmente, pero en realidad es miserable a la larga. De ahí provienen algunas formas de depresión; es de donde surgen la mayoría de los tipos de adicciones. Esta es la fuente de casi todo lo que nos roba el gozo de nuestra vida familiar con Jesús.
Hay una flecha del Espíritu Santo que penetra todos esos muros de interés propio y de edificación del yo. Se abre paso a través de todo y dice: “Para eso no fue construido tu corazón. No fuiste creado para ti mismo; fuiste hecho para los demás; fuiste construido para Dios. Fuiste construido para su reino”. Nadie será verdaderamente feliz hasta que llegue a ese lugar en el que se dé cuenta de que “no estoy destinado a vivir para mí mismo”.
Incluso las personas que ya están en una relación con Jesucristo encontrarán dentro de sí mismos un anhelo dado por Dios, incluso celos, que dicen: “Dios, no estoy satisfecho con ganar dinero. No estoy satisfecho con una buena carrera. No me conformo exclusivamente con tener buena salud. Quiero más”. Lo que anhelamos es esa relación más profunda con Jesús. Este es un deseo que debemos experimentar porque, como escribió Pablo: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:19-20).
Estamos llamados a aceptar la realidad de que fuimos creados para buscar la gloria de Dios en todo lo que hacemos. Este impulso inquieto en nosotros debería impulsarnos a buscar maneras de honrar y adorar a Dios.