Viviendo por Encima de las Nubes Tormentosas
Tú y yo necesitamos una mayor comprensión del amor de Dios. Después de leer 1 Juan, me di cuenta de lo poco que sé acerca de vivir en el amor de Dios. “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16).
Muchos cristianos conocen el amor de Dios por ellos solo teológicamente. Han aprendido las Escrituras y han oído prédicas, sin embargo su comprensión se limita a un verso de un coro de niños: “Sí, Cristo me ama, la Biblia dice así”.
Creemos que Dios nos ama a nosotros, al mundo y a los perdidos, ¡pero es una fe abstracta! No muchos cristianos pueden decir con autoridad: “Yo sé que Jesús me ama porque entiendo cuál es su amor. Es la base de mi caminar diario”.
¿Está tu caminar diario desprovisto de fe en el amor de Dios? ¿Vives en cambio bajo una nube de culpa, miedo y condenación? Dios no te salvó para vivir en condenación. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).
La culpa y la condenación son del diablo. Un significado de la condenación es la ira. Esto significa que en el Día del Juicio serás libre de la ira de Dios. Pero la condenación también significa “el sentimiento de nunca estar a la altura de los estándares”. ¡Y la Palabra nos está enseñando que el creyente no estará sujeto al sentimiento de nunca estar a la altura!
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).
Arraigado y cimentado significa “tener una base profunda y estable para conocer y comprender el amor de Dios por ti”. ¡Ese conocimiento es la verdad fundamental sobre la cual deben construirse todas las demás verdades!