Volviéndonos Inmunes al Engaño
Un pasaje muy importante de la Biblia que a menudo confunde a los lectores es: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?“
“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:1-5).
El centro de la religión, el sacerdocio y la ley estaban en aquel templo; y la idea de que éste sería destruido inquietaba profundamente a los discípulos. Cuando preguntaron "Qué", "Cuándo" y "Cómo", la respuesta de Jesús no tuvo nada que ver con el templo o los detalles de lo que vendría.
En nuestra lengua cotidiana, Jesús dijo: “Miren, primero y ante todo, deben prestar atención y prepararse porque tal engaño va a venir, tal que muchos, muchos, de los que invocan el nombre de Cristo, muchos de los que asisten a nuestros centros religiosos, muchos de los que llenan nuestras iglesias no oirán ni estarán preparados y serán engañados”.
La mayoría de los engaños comienzan con cosas que se dicen en contradicción con la Palabra de Dios.
Muchos vendrán y dirán: “Sígueme. Soy pastor o profeta de Dios. ¡Yo tengo las respuestas!" Lo que dicen no se alinea con las Escrituras, pero muchos de nosotros no prestaremos atención a lo que Cristo dijo.
Cuando el engaño se trata en otra parte del Nuevo Testamento, se trata en la iglesia y con respecto a la doctrina. No nos cuesta mucho imaginarnos los tiempos modernos en los que la gente ha dicho cosas que llevaron a una multitud por mal camino. La verdadera pregunta es: "¿Por qué?" La respuesta es que la gente no ha estado escuchando a Cristo.
¿Cómo escuchamos de Dios? ¿Necesitamos correr a las montañas o asistir a una conferencia? Amigos míos, Dios ya nos ha dado su Palabra. Son las Escrituras. Necesitamos ser hombres y mujeres que no solo lean la Biblia, sino que debemos estudiarla y meditar en ella. No vivimos solo de pan, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios.