Volviendo a Nuestro Primer Amor

Carter Conlon

Hay una palabra para muchos creyentes de hoy que se consideran fieles. “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2:2-4).

Estas personas están trabajando por la causa de Jesús. Obviamente, están estudiando las Escrituras, de lo contrario no podrían poner a prueba a los falsos maestros y descubrir que son mentirosos. No toleran el mal y anhelan la verdad. Es más, ¡no se cansan de hacer todas estas cosas!

Sin embargo, Jesús los acusa de olvidar su primer amor, de abandonarlo. Se enamoraron tanto de las obras religiosas que perdieron de vista a Cristo, y él se lo toma tan en serio que dice que quitará su presencia.

¿Qué es lo único que nos diferencia de la gente del mundo? Es la presencia de Dios.

No tengo ninguna duda de que los predicadores de la iglesia de Éfeso a quienes Cristo les estaba hablando en este pasaje tenían una gran doctrina y una gran predicación en la que exponían mentiras y explicaban la verdad. Probablemente tengamos muchas iglesias como ésta en Estados Unidos, donde hay una gran verdad doctrinal en el púlpito, pero hay una extraña frialdad entre la gente. Curiosamente, la presencia de Dios ya no parece estar entre ellos.

En su frenesí de actividad religiosa, se alejaron de Jesús. Él no los dejó. Él todavía está donde siempre ha estado. Es como cuando María y José perdieron a Jesús; lo dejaron en el templo de Jerusalén (ver Lucas 2:41-52). Supusieron que él viajaba con ellos, aunque no lo habían visto ni hablado con él. Cuando se dieron cuenta de que se había ido, regresaron a buscarlo donde lo habían visto por última vez. Su solución es también nuestra respuesta.

Hemos dejado a Jesús. Tenemos que buscarlo diligentemente. Tenemos que volver al templo para encontrarlo.