¿Cuál es la Verdadera Lucha?

Gary Wilkerson

¿Cuál es la lucha que tienes por tu pueblo o por ti mismo? ¿Estás luchando por el hecho de que no estás recibiendo mucho (o ningún) reconocimiento o tu iglesia no está creciendo lo suficiente, o estás luchando por ser conocido? ¿Está luchando por ser reconocido o está luchando por tener un lugar en el ministerio? ¿Estás luchando para que tus compañeros de trabajo reconozcan tu autoridad? ¿Es tu lucha una lucha numérica, de construcción, de crecimiento o económica?

Pablo nunca dijo que luchó con esas cosas. Él dijo: “Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros” (Colosenses 2:1). Básicamente estaba diciendo: “Quiero ver una diferencia en tu vida. Quiero ver a Dios moverse en tu vida. Quiero que mi agonía no sea por las cosas por las que estoy pasando, sino que la agonía en mi corazón es por verte crecer, madurar y llegar a la plenitud que es en Cristo Jesús. Esa es la lucha que tengo por ti”.

Hacerse de un nombre, construir un reino personal, probar algo a alguien más o incluso probarse algo a uno mismo: esa lucha no es la lucha de un pastor fiel. Para un pastor fiel, no se trata de nosotros mismos, nuestro ministerio o nuestra posición en el ministerio. La lucha debe tener todo que ver con ser fieles a las personas a las que Dios nos ha llamado a servir.

Pablo dijo, en esencia: “Lucho con toda su energía para que él obre poderosamente en mí. Debido a que estoy haciendo esto por ti, se me presentan algunos obstáculos que me impiden hacer lo que Dios me ha llamado a hacer: Edificarte”. Si tienes esta lucha como líder, hay buenas noticias. Esto es obra de Dios. Si estás luchando por tu cuenta, no tendrás suficiente energía para sobrevivir y mucho menos prosperar.

Si estás luchando con la energía del Espíritu Santo moviéndose dentro de ti y obrando poderosamente a través de ti, puedes adorar a Dios a través de todas las cosas que sufres y soportas. Puedes pasar por todo tipo de dificultades, acusaciones o decepciones porque tienes el poder del Espíritu Santo. No es tu propia energía operando; es la energía del Espíritu Santo. Así escribe Pablo: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).