Cuando Limitamos el Poder de Dios
La Escritura dice de Israel: “Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel. No se acordaron de su mano, del día que los redimió de la angustia” (Salmos 78:41-42). Israel se apartó de Dios con incredulidad. Asimismo, creo que hoy limitamos a Dios con nuestras dudas e incredulidad.
Yo limito más a Dios en el área de la sanidad. He orado por sanidad física de muchos y he visto a Dios hacer milagro tras milagro. Pero, cuando se trata de mi propio cuerpo, limito a Dios. Tengo miedo de dejar que él sea Dios para mí. Me saturo de medicamentos o corro al médico antes de orar por mí mismo. No digo que esté mal ir al doctor, pero a veces encajo con la descripción de aquel que "no buscó a Jehová, sino a los médicos" (2 Crónicas 16:12).
Jesús dice que Dios no oye nuestras oraciones y alabanzas solo porque las pronunciamos una y otra vez durante horas. Es posible orar, ayunar y hacer cosas correctas y aún no llegar al lugar donde tengamos hambre de conocerlo y comenzar a comprender sus caminos. Esto se demostró durante el ministerio de Cristo con las mismas personas con las que creció.
“Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María… Y se escandalizaban de él”
“Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (Mateo 13:54-58).
No aprendemos sus caminos solos en el lugar secreto de oración, aunque todos los que realmente conocen al Señor son muy íntimos con él. No se puede conocer los caminos de Dios sin un tiempo de calidad en el que dejamos que Dios sea Dios para nosotros, poniendo cada necesidad y petición en sus manos y luego avanzando con fe en que Él responderá.