El Fin de Nuestros Recursos
“Los que descienden al mar en naves, y hacen negocio en las muchas aguas, ellos han visto las obras de Jehová, y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es inútil” (Salmos 107:23-27).
En este salmo, cuando dice “su ciencia es inútil” hace referencia a la cubierta de un barco en un mar sacudido por la tormenta. Olas gigantes elevan el barco hacia el cielo y luego lo dejan caer a las profundidades. Los fuertes vientos lo sacuden de un lado a otro, de modo que ninguno de los marineros puede mantener el equilibrio. Se tambalean por la cubierta como borrachos.
Las velas del barco están rasgadas y desgarradas, y una ola tras otra poderosa choca contra la cubierta. Los marineros tienen que luchar para aguantar. Todo parece haber terminado para ellos y están totalmente desesperados. Están indefensos, vulnerables al poder de los elementos, incapaces de detener la tormenta, impotentes para salvarse a sí mismos.
Estos marineros han llegado a un lugar llamado “la ciencia inútil”, el fin de sus recursos. Esta condición aflige a todos los cristianos en un momento u otro. Simplemente significa: “Haber perdido o agotado toda posibilidad de percibir o pensar en una salida”. En resumen, ¡no hay escapatoria, ayuda o liberación más que en Dios mismo!
“Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban” (Salmos 107:28-30).
¿Cuándo cesó la tormenta para los marineros en el Salmo 107? ¿Cuándo los trajo Dios a su deseado refugio seguro? Primero, los marineros perdieron el juicio y renunciaron a toda esperanza o ayuda humana. Dijeron: “No hay manera de que podamos salvarnos a nosotros mismos. ¡Nadie en la tierra podrá sacarnos de esto! En segundo lugar, clamaron al Señor en medio de sus problemas, acudiendo sólo a Él en busca de ayuda. Amados, esa es la clave para superar nuestras tormentas.