DIOS NO HA TERMINADO
Te pregunto, querido santo: ¿Hay algún remordimiento en tu vida? ¿Alguna expectativa incumplida te está angustiando? ¿Hay algo que te ha ofendido en Cristo? ¿Clamaste a Él por ayuda, pero Él no llegó a tiempo? ¿Has estado orando por un hijo inconverso sin ver resultados? ¿Te sientes aprisionado en un matrimonio o un trabajo difícil y todavía nada ha cambiado a pesar de años de oración? ¿Parece que tus peticiones están cayendo en oídos sordos?
Ahora mismo, Satanás quiere que estés impaciente. Él quiere ponerte ansioso acerca de las promesas de Dios concernientes a tu vida, a tu familia, a tu futuro, a tu ministerio. Él está obrando para convencerte de que Dios es demasiado lento, que Él ha ignorado tus peticiones, que Él te ha dejado atrás. El enemigo quiere traerte al punto en el que quieras abandonar toda tu confianza en el Señor.
Ahí fue donde Satanás quiso llevar a Juan el Bautista. Sin embargo, Juan hizo lo correcto en su momento de angustia: Llevó su duda directamente a Jesús, el cual supo inmediatamente que Juan estaba clamando por ayuda. Jesús amaba tanto a este hombre, que le dio exactamente lo que necesitaba. Como resultado, creo que Juan nunca más alzó una voz de impaciencia. Estoy convencido de que cuando Juan estuvo ante su verdugo, sus últimas palabras fueron: “Jesús es el Cristo, el Cordero de Dios. Y yo soy Juan, la voz del que clama en el desierto. Por la gracia y el poder de Dios, he enderezado Su camino”.
De la misma manera, amado, Dios está haciendo una obra en ti y Él terminará esa obra perfecta en tu alma. Tu trabajo, simplemente, es agarrarte en fe. Entonces, cuando hayas resistido, podrás decir: “Cristo ha resucitado y está entronado. Yo soy Su amado y no tengo remordimientos. Él ha cumplido todas mis expectativas”.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).