Dios Nunca se Rendirá Contigo
“Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados” (Salmos 37:28).
Una vez que Dios toca y toma a alguien, es para toda la vida. El Señor nunca entregará a Satanás lo que es de él. Puedes dudar, fracasar o caer en un pecado devastador, pero una vez que Dios te tome, nunca, nunca se rendirá. Además, cuando él te toma, te prepara para que seas cada día más util.
Piensa en el tiempo cuando Dios vino a ti y tocó tu alma sobrenaturalmente. Te llamó a sí mismo y te llenó de su Espíritu, mientras hacía este compromiso contigo: “Te reclamo; tú eres mi posesión”. De pronto, Dios tomó el control de tu vida y nada iba a cambiar ese hecho. Te convertiste en la posesión comprada de Dios: “La iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28).
El Creador del universo te compró con el precio de su propia sangre y nada tiene poder sobre esa sangre. Satanás mismo puede atraparte en una trampa infernal y, sin embargo, mientras él cree que te tiene, Dios le dice: “No, demonio, no puedes tenerlo. Él es mío. Yo lo he comprado y tú debes soltar mi propiedad”. Dios te está preservando, preparándote para lo mejor que él tiene.
David era un hombre tomado por Dios. Aunque fue un asesino de gigantes, un ungido escritor de salmos y un gran rey, él luchó contra una feroz compulsión en su corazón. En el apogeo de la bendición y el favor de Dios, él fue alcanzado por un violento ataque de lujuria. Cayó en pecado con la esposa de otro hombre e incluso hizo asesinar al esposo de la mujer en la batalla. David sufrió graves consecuencias por su pecado, pero Dios lo preservó en todo el tiempo de la prueba. De hecho, David estaba preparado para un ministerio aún mayor después de su caída. Su voz se escuchaba en toda la tierra como nunca antes y hoy leemos sus palabras ungidas en los Salmos. La verdad que Dios le reveló a David a través de su prueba se sigue predicando hoy.
Recuerda, el Señor nunca se dará por vencido sin importar la lucha que enfrentes. Eres del Señor, ¡así que recibe su amor, poder, perdón y libertad! “Porque no abandonará Jehová a su pueblo, Ni desamparará su heredad” (Salmos 94:14).