Discerniendo una Imitación
“Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro” (Hechos 20:25).
Pablo incansablemente proclamaba el Evangelio de Jesucristo y enseñaba a las iglesias día y noche. Él soportaba una severa persecución donde quiera que fuera y cuando supo por el Espíritu Santo que iba a ser martirizado, reunió a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Cuando compartió su amor por ellos, también les dejó una directiva importante.
“Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad” (20:29-31). Pablo emitió dos advertencias: entrarán hombres perversos desde el exterior, e incluso tu propia gente hablará cosas retorcidas.
Las cosas retorcidas pueden ser casi rectas, pero tienen una inclinación suficiente sobre ellas como para desviar a los creyentes. Incluso una ligera modificación de la teología, una pequeña alteración de la doctrina, un extremismo necio puede hacer que las personas se desvíen de la verdad. Pablo pasó su vida derramando apasionadamente la Palabra de Dios para que sus seguidores pudieran discernir una imitación. Él quería que ellos fueran edificados en fortaleza para que no fueran sacudidos o derribados.
“Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia” (20:32). Pablo quería que los ancianos regresaran a sus iglesias y vieran que la Palabra de Dios se había enseñado correctamente.
Vivimos en una cultura cristiana que está torcida hasta el punto de no ser reconocible. Te insto a estudiar la Palabra de Dios y caminar de cerca con el Señor para que puedas crecer en discernimiento. Conociendo lo real, no te dejarás llevar por algo de naturaleza falsificada.