EJERCIENDO NUESTRA AUTORIDAD
Un día, mientras iban a orar, Pedro y Juan se encontraron con un hombre cojo que yacía a la puerta del templo pidiendo limosna. Al oír su petición, Pedro le dijo al hombre que los mirara. El hombre cojo esperaba recibir algo de ellos, pero en lugar de ello, oyó a Pedro decir: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6).
¡Qué interesante frase: “Pero lo que tengo”! Pedro tuvo dentro de él la capacidad de proclamar, en el nombre de Jesús: “¡Levántate y anda!” Nota que Pedro no oró por el hombre antes de hacer esta proclamación. Porque él tenía al Espíritu Santo dentro de él, Pedro sabía lo que el Padre estaba haciendo, de tal manera que él pudiera proclamarlo como una realidad. De hecho, él estaba tan seguro, que se agachó, tomó al cojo por la mano derecha y lo levantó. Inmediatamente la fuerza entró en los pies y los tobillos del hombre y comenzó a caminar, saltando y alabando a Dios.
Hay un tiempo para orar: “Si es Tu voluntad”, incluso cuando se trata de sanidad. Puede haber momentos en que no estés convencido de que el Señor va a sanar a alguien, pero si recibes esa sensación de confianza en tu espíritu, ¡no te detengas! Comienza a orar sobre las personas, con fe: “¡Tú estás sano en el nombre de Jesús!”
Extiende esta oración a otras situaciones:
“¡Tu matrimonio se está restaurando en el nombre de Jesús!”
“¡Has sido hecho libre en el nombre de Jesús!”
“¡Mi hijo / hija regresará a casa en el nombre de Jesús!”
¡Hay poder en el nombre de Jesús! Necesitamos ejercitar nuestra autoridad para proclamar la Palabra del Señor sobre las personas y las circunstancias, porque Jesús dijo: “Toda potestad me es dado en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).