EL ALTAR FAMILIAR
Una queja entre los cristianos de todo el mundo es: “¡No puedo encontrar una buena iglesia en ninguna parte! Necesito un lugar donde mi familia pueda ser ministrada y donde mis hijos puedan crecer conociendo la verdadera rectitud”.
Demasiados pastores están constantemente probando cosas nuevas en la iglesia: nuevos métodos de evangelismo, nueva música, nuevos “avivamientos”. Hay tanto escándalo y necedad, todo tipo de distracciones del evangelio.
¿Qué estás buscando en una iglesia? ¿Verdadera comunión? ¿Un lugar para que tus hijos fructifiquen? ¿Buena alabanza y adoración? ¿Un lugar donde se pueden satisfacer las necesidades profundas de tu vida? Si alguna de estas preocupaciones se aplica a ti, tengo una pregunta muy difícil para ti: Para satisfacer estas necesidades, ¿has escudriñado tu corazón acerca de ser un sacerdote para tu familia? Tú afirmas que no puedes encontrar una buena iglesia, una que te despierte, te provoque y ministre a tus hijos. Pero, ¿has hecho el trabajo sacerdotal de ser un mediador para tus seres queridos delante del Señor?
Crecí en una familia que guardaba lo que solía llamarse el “altar familiar”. Mi padre creía que el versículo en Hebreos, que mandaba a los cristianos que no dejaran de congregar, se aplicaba también a la familia (ver Hebreos 10:25). Cuando llegaba el momento del altar familiar en nuestro hogar, mis hermanos y yo veníamos de nuestras actividades y nos reunimos alrededor de nuestros padres para orar. Mi padre asumía, con alegría, el papel de sacerdote y pastor en nuestra casa.
¿Qué acerca de ti? ¿Has buscado en tu corazón ser un sacerdote para tu familia? Cuando tu hogar se convierte en una iglesia, todas tus necesidades más profundas serán satisfechas por tu Padre que está en el cielo. Entonces podrás ir a cualquier iglesia, sin importar qué tan muerta pueda parecer. ¿Por qué? Porque Dios te encontrará allí, e incluso podrá relacionarte con otros buscadores que están hambrientos por conocer más a Jesús.