El día de las langostas
En Apocalipsis 8, leemos de siete ángeles tocando las trompetas. Estos poderosos toques de trompeta advierten a toda la humanidad acerca de calamidades imponentes que vienen sobre la tierra.
Los primeros cuatro toques advierten de una increíble contaminación que envenena los árboles, hierba, ríos y mares, así como el aire. Las aguas se tornan amargas, y los cielos oscurecen una tercera parte de la tierra.
Entonces, en el capítulo 9, viene una quinta advertencia. Describe una invasión mundial de langostas:
“Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.” (Apocalipsis 9:3)
¿Quién está detrás de este espantoso enjambre de langostas? Es el mismo Satanás: "El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo” (9:1)
Satanás es la estrella que cae del cielo. Y se le permite abrir las puertas del infierno y soltar un ejército de langostas demoníacas.
Tan pronto el diablo abre la puerta de este abismo, salen grandes oleadas de humo. El humo es tan espeso y penetrante, que esconde el sol, haciendo el cielo negro y opresivo.
Por supuesto que estas langostas no son insectos reales. Ellos son hombres poseídos por demonios, controlados por Satanás: "Sus caras eran como caras de hombres" (9:7). Se nos dice que tienen el pelo largo: "Tenían el pelo como el pelo de mujeres" (9:8). Y llevan tocados, o turbantes: "Sobre sus cabezas había como coronas" (9:7).
Estas langostas demoníacas golpean de repente, como escorpiones. Y traen horrible tormento a sus víctimas: "Su tormento era como el tormento de un escorpión, cuando hiere al hombre" (9:5)
La palabra griega para escorpión aquí significa "envenenador, uno que envenena." Las langostas también son descritas como hombres de guerra: "Tenían corazas, como corazas de hierro; y el sonido de sus alas era como el sonido de carros de muchos caballos que corren para la batalla" (9:9)
La imagen aquí es de un ejército de atormentadores demoníacos, cabriolando como caballos ansiosos para pelear. Sus “alas” implican que pueden picar desde el aire. Y hay poder mortal en su picadura:
"Tenían colas como de escorpiones, y aguijones en sus colas: y tenían poder para herir a los hombres durante cinco meses" (9:10). Para abreviar, cada uno de estos hombres poseídos por demonios tienen la habilidad de picar, o envenenar, desde la tierra o el aire.
En los últimos días, el ejército atormentador con turbantes de Satanás será suelto en la tierra. Y estos fanáticos manejados por demonios traerán destrucción y atemorizarán a toda la humanidad.
Teólogos del siglo 17, incluyendo muchos Puritanos, creyeron que este ejército de langostas serían los mahometanos. Ellos veían la invasión de la langosta como un jihad islámico mundial, o guerra santa.
Wordsworth enseñaba que de este humo doctrinal vendría un ejército como langostas. Como otros de su tiempo, él creía que esto era un ejército musulmán. Sería formado de soldados viciosos, melenudos, con turbante. Y se desbocarían nación tras nación, reforzando la religión islámica.
Esto pasó actualmente, en el nacimiento de Islam. Mahoma apareció en el sexto siglo, fundando la religión islámica. Y, guiando un gran ejército de jinetes, él barrió sobre mucha de la tierra.
Estos mahometanos arremetieron contra los Católicos romanos, Católicos griegos y judíos. Dieron alcance a toda Asia, desde el Río Éufrates en el Medio Oriente hasta Constantinopla, la actual Estambul, Turquía. Capturaron la Tierra Santa, toda el Asia Menor (incluyendo el territorio de las siete iglesias de Asia), Grecia, todas las islas mediterráneas orientales, y el norte de África. Después cruzaron el Estrecho de Gibraltar hacia España dónde fundaron un reino musulmán.
Finalmente, entraron en Francia, pero los mahometanos sufrieron una aplastante derrota en Tours. En ese momento, el poderoso diluvio islámico que barría a Europa fue detenido.
Hoy, líderes y diplomáticos están declarando, "El Islam es una religión de paz." Pero todo en la historia del Islam grita contra esto. La mayoría de las guerras que tienen lugar ahora mismo son entre Musulmanes y algún otro grupo o nación.
La verdad es que, el Islam nació en violencia, y ha sido desde entonces una religión de espada. Los Mulas y Ayatolás refuerzan las leyes del Islam azotando a las personas y cortando sus dedos, miembros o cabezas. Tales prácticas brutales son comunes en muchas naciones musulmanas, incluyendo Afganistán.
Es más, en el pecho de, virtualmente, cada musulmán hay un odio innato por los judíos. Es casi imposible encontrar un islámico en cualquier parte que crea que Israel tiene derecho a existir.
Los musulmanes pueden denunciar los actos terroristas contra América, pero en el mismo aliento gritan, "Destruyan a Israel." Ven el terrorismo contra Israel como una jihad justa, una guerra santa sancionada por su fe. Por eso millones de musulmanes en el ámbito mundial han alabado abiertamente a Osama bin Laden como un héroe.
También nos dicen que pocos musulmanes son terroristas. ¿Pero, no es un terrorista alguien que cree que otras personas no tienen derecho a existir? Si tal persona cree que es aceptable aterrorizar a otras personas, es en el fondo un terrorista, aunque nunca levante un dedo para dañar. No tiene que estrellar un jet en un edificio de oficinas. Ya es un terrorista, al regocijarse cuando un judío es atacado o asesinado. Tanto por decir que el Islam sea una religión de paz.
No se equivoque, éste no es un mensaje racista. Dios ama a cada musulmán tanto como ama a cada judío y Gentil. Pero el Señor tiene un serio problema con la doctrina del Islam. Y nos ha llamado a orar por los musulmanes.
Necesitamos pedir a Dios que salve a muchos líderes islámicos, así como salvó a Saulo de Tarso y le hizo un misionero para el mundo. Los musulmanes han sido cegados a la verdad por un velo satánico. Pero Dios puede quitar ese velo, y abrir sus ojos al evangelio de amor que es Cristo.
“Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses” (Apocalipsis 9:5). Estas langostas no pueden destruir a las naciones. Sólo pueden aterrorizarlas. Y los "cinco meses" mencionados aquí significan un tiempo limitado, circunscrito para ellos hacer su trabajo demoníaco.
Creo que esta advertencia nos dice dos cosas:
- Los terroristas no podrán destruir América.
- Necesitamos estar preparados para continuas calamidades.
Ya, América ha sido picada por la cola del escorpión, a través de las tragedias del Centro de Comercio Mundial y del Pentágono. Y ahora estamos sintiendo su veneno a través de los ataques de ántrax.
También sabemos que Irak ha estado acumulando asesinos químicos durante años. Sin duda, los suministros mortales se están pasando de contrabando en y fuera de otras naciones musulmanas también. Los "soldados" islámicos mundiales están esperando una simple palabra para comenzar sus ataques.
Puesto simplemente, las langostas de Satanás están pululando, y la amenaza que enfrentamos es real. Pero debemos recordar, estos hombres controlados por el diablo están limitados en el daño que Dios les permitirá hacer. Ellos no pueden destruir América o cualquier otra nación.
Usted se preguntará, "¿Por qué Dios permitiría a estas langostas extender el terror durante un tiempo limitado?"
Jesús responde esta pregunta: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra." (Apocalipsis 3:10).
Jesús está refiriéndose a un evento que vendrá sobre toda la humanidad. En griego, la frase "la hora de la tentación" significa un tiempo de examen, de juicio, de prueba. Y la palabra "prueba" aquí significa poner a juicio, examinar. Cristo está describiendo una hora de juicio para el mundo entero.
¿Qué significa esta hora de prueba para los no creyentes? Es un tiempo cuando Dios le preguntará a cada persona, "Cuando las langostas están pululando, aterrorizando su nación, ¿me reconocerás? ¿Te volverás a mí para librarte? Líderes gubernamentales, ¿admitirán su necesidad de mi ayuda? ¿Confiarán en mí para protegerles?"
"¿O, voltearás en orgullo a tu propio poderío, confiando en tus brazos y armas? ¿Considerarás incluso el pensamiento que, sin mí, no puedes prosperar, ni en la guerra o en la paz?"
Claro, creo que necesitamos orar fervientemente por los soldados de nuestra nación. Aún, tristemente, no veo ninguna evidencia que América ha dirigido su corazón hacia Dios. Con unas pocas excepciones, nuestros líderes están meramente dando servicio de labios al Señor. Y, en cambio, están poniendo su confianza en los generales, estrateguitas, tecnología y aliados de nuestra nación.
Sin embargo, también los terroristas están siendo probados. El Señor está preguntándoles, como también a todos los Islámicos, "¿Tocarán a Israel? No hablen de paz mientras odian a los judíos. Si continúan sus formas sangrientas de terrorismo, yo expondré al Islam como la religión violenta que es. Entonces serás condenado por su semejantes aquí en la tierra, como también en el Juicio."
Ningún otro pueblo va a ser probado tan severamente como los santos de Dios. Así que, ¿cuál será nuestra prueba? ¿Qué examen está enfrentando la iglesia? Nuestra prueba involucrará la confianza en Dios y su Palabra. Será una prueba para ver si nosotros escogemos caminar ante él en fe.
Muy pronto, vamos a ver las langostas de Satanás aterrorizando a todos a nuestro alrededor. Habrá temor en todos lados. La economía temblará, y la situación de nuestra nación empeorará. Muchos trabajos y sustentos terminarán, las carreras se descarrilarán.
Los malos informes oídos en América asustarán al resto del mundo. Cuando ese tiempo venga, una sola pregunta se levantará para la iglesia de Jesucristo: “¿Estará en reposo el pueblo del Señor?"
Para abreviar, ¿confiaremos en sus promesas para guardarnos? ¿Estaremos confiados en él, sabiendo que estamos envueltos en sus brazos? ¿Estaremos sin temor, sin importar cuán oscuras se pongan las cosas?
Jesús hace esta misma pregunta: "Cuándo el Hijo del hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?" (Lucas 18:8). Trágicamente, muchos cristianos confían en Dios sólo hasta cierto punto. Mientras las penalidades y la oscuridad exceden ese punto, repentinamente su fe empieza a menguar.
Le pregunto: Cuando todo parezca desplomarse, y todos a su alrededor estén atemorizados, ¿podrá cantar, "está bien con mi alma?"
El enfoque de Dios en estos tiempos de prueba no es el terrorismo o el mundo islámico. Él se mofa de las amenazas de musulmanes radicales. Ellos no pueden impedir su obra. Nada puede detener su propósito de alcanzar al mundo con su evangelio. La única preocupación del Señor ahora mismo con el Islam es su uso de esto como vara de juicio en las naciones descarriadas en esta hora de prueba.
No, el enfoque de Dios ahora mismo es su propio pueblo. Él se preocupa por el cuerpo de la iglesia aquí en la tierra. Y la pregunta con la cual él está preocupado es esta: ¿Está su pueblo llegando a ser más pacíficos y en reposo, aún cuando las langostas continúan rugiendo? Cuándo llegue el fin, ¿nos encontrará creciendo en nuestra fe, o vacilando?
Sabemos que las langostas están frenadas en su habilidad para destruir las naciones. Y están limitadas en la cantidad de tiempo que tienen para aterrorizar al mundo. Aún así, Dios también ha puesto otra restricción en este ejército demoníaco:
“Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Apocalipsis 9:4)
Mientras preparaba este mensaje, busqué al Señor por una palabra de esperanza. Quería que sus santos supieran que él cuidará de nosotros mientras el mundo entero está siendo agitado. Quise edificar la fe de las personas en la promesa de Dios de guardarnos durante los tiempos difíciles.
Entonces comprendí que ya había escrito mucho sobre este tema. De hecho, conté once de tales mensajes (cada uno de los cuales apareció en mi libro, El Plan de Dios para Proteger a su Pueblo en la Depresión Venidera).
Finalmente, fui guiado a Apocalipsis 9, el capítulo de las langostas. Cuando leí el versículo 4, acerca del orden de Dios a ellos de no destruir nada verde, un pensamiento llegó a mí.
Comprendí que aquí estaba la clave para permanecer seguro en cualquier momento de terror: "permanecer verde."
David escribió, "Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre" (Salmo 52:8).
El "verde" al que David se refiere aquí significa salud espiritual. Quiere decir, florecer, crecer, ser fructífero. David está diciéndonos, "Mi salud viene de confiar en Dios. Yo florezco porque me vuelvo a él. Mi confianza en él produce vida espiritual en mí."
“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada” (Jeremías 17:5-6).
El Señor está advirtiendo, “No confíes en el hombre. Si pones tu fe en el poder humano en lugar de mí, serás maldito." Esto es verdad para cualquier nación o pueblo.
El 11 de septiembre de 2001, cuando los mahometanos introdujeron sus ponzoñas envenenadas en las Torres del Comercio Mundial, a nuestra nación se le dio un llamado a despertar. América tuvo una oportunidad para humillarse y clamar al Señor. Era una oportunidad para reconocer nuestra necesidad de Dios, para admitir que no podemos ganar ninguna guerra o progresar sin él.
Ya hemos expresado esta necesidad básica en nuestras monedas: "En Dios Confiamos." Pero, en lo profundo de nuestros corazones, no admitiremos nuestra necesidad del Señor. Después del 11 de septiembre, América no se volvió a Dios. En cambio, el orgullo dominó. Pusimos nuestra confianza rápidamente en el avance tecnológico, el poderío militar, la recolección de inteligencia, los equipos del comando.
Creo que estamos viendo una triste repetición de lo que pasó con la Guerra del Golfo. En la noche que las tropas americanas invadieron a Irak, el Presidente Bush, padre, pasó la noche sobre sus rodillas. Dios bendijo América con la victoria en ese conflicto.
Después, se celebró un desfile, para honrar y alabar a nuestros líderes militares. Pero ninguna palabra se mencionó acerca del Señor.
Dios nos ayude ahora si ponemos nuestra confianza en las bombas inteligentes y en las armas avanzadas. Su Palabra nos ha advertido, “Maldito el hombre que confía en el hombre."
¿Cuál es esta maldición? Jeremías dice que seremos reducidos a una "retama en el desierto" (17:6). En otras palabras, no seremos un árbol verde, alto, como los otros en el bosque. En cambio, seremos como un aislado matorral en tierra baldía, humillados y empañados, sin nada de que alardear.
Los buenos tiempos de América, de prosperidad y bendición serán quitados. Todo el poder y poderío en el que confiamos previamente serán disminuidos a nada. Y seremos abandonados por otras naciones, abandonados.
En una escala más pequeña, vemos esta maldición por obra en las vidas de algunos cristianos. Hace tiempo, pusieron su confianza en la seguridad financiera, las posesiones materiales, los placeres mundanos. Ahora sus espíritus están completamente secos. Se han aislado, abandonados, perdidos en un desierto de temor y confusión.
Aún, si ponemos nuestra confianza en el Señor, aquí está lo que nuestra fe producirá:
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (17:7,8)
Bendito es cada siervo, iglesia y nación que pone su confianza en el Dios viviente. Y bendito es él que no permite que ningún informe maligno lo aparte de su lugar de descanso en el Señor.
Mientras confiamos totalmente en el Padre, echamos raíces en su río de salud. Y su fuerza divina -- la salud espiritual, verde, y deliciosa -- fluye en nosotros y a través de nosotros.
Mientras todo alrededor nuestro se está deteriorando, floreceremos como árboles verdes, saludables y fuertes. Y cuando la hora de la prueba venga, no languideceremos o marchitaremos. En cambio, nuestra fe estará creciendo.
Vemos un cuadro de esto en Óseas 14. Efraín (Israel) se arrepintió de su caída, renunció a su idolatría y se volvió al Señor con confianza renovada. A su vez, Dios les dijo, "Yo lo oiré, y miraré… yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado fruto" (Óseas 14:8).
De repente, Efraín floreció de nuevo. Su fe, demostrada por su arrepentimiento, produjo salud espiritual. Y pronto estaban dando fruto, por causa del flujo verde de Dios en ellos.
Recuerde, a las langostas se les ordena no tocar nada verde. Dicho simplemente, no pueden herir a nadie que está caminando en fe.
Así que, incluso en la cumbre de sus ataques, aquellos que ponen su confianza en Dios estarán de pie, como árboles sólidos y verdes. No serán dañados por langostas de ningún tipo, incluso terroristas.
La mejor defensa contra todo tipo de ataque infernal, como la picadura de escorpión, es la salud espiritual. Y este tipo de salud sólo viene cuando nos volvemos al Señor y confiamos en sus promesas.
Déjame preguntarte algo:
* ¿Confías completamente en el perdón de Dios? ¿Dependes de su sangre para limpiarte de toda iniquidad? ¿O todavía excavas por tus antiguos pecados que han sido perdonados hace tiempo?
Si te sientes condenado, y constantemente te esfuerzas por agradar a Dios, entonces no eres verde o saludable. El mayor deseo de Dios es que aceptes su regalo del perdón y descanses en él.
La vida ha cambiado drásticamente desde los eventos del 11 de septiembre. Antes de eso, el cristiano promedio estaba preocupado con la satisfacción del trabajo, buscando buenos consejeros, teniendo amigos que lo entendieran. Ahora, las cosas son diferentes. Se requiere de nosotros otro camino. Y para sobrevivir, tenemos que confiar completamente en las promesas del pacto de Dios.
Debemos estar convencidos que, "Me he arrepentido y confesado mis pecados. Y ahora están bajo la sangre de Cristo. Así que, sé que soy perdonado."
"El diablo puede hacer lo que quiera a la sociedad, pero no puede tocar mi alma. No consideraré ningún pensamiento de culpa o temor. Voy a confiar solamente en la Palabra de Dios. Y él dice que soy limpio y precioso a sus ojos."
* Has recibido el perdón de Dios. ¿Pero confías en su amor incondicional por ti?
Nuestro Señor no nos abandona cada vez que fallamos. Él no está constantemente mirando sobre nuestro hombro, exigiendo que hagamos lo correcto. Simplemente pide que vayamos a él, confesando, "Creo tu Palabra, Señor. Perdóname, lávame, sostenme en tus brazos."
El deseo de Dios para nosotros es que vivamos todos nuestros días sin temor. Por consiguiente, no nos atrevamos permitir a Satanás acusarnos por un fracaso del pasado. Si nos hemos arrepentido de él, entonces estamos cubiertos por la sangre preciosa y limpiadora de Cristo.
No hace mucho tiempo, estaba paseando cerca de nuestra casa en Nueva Jersey, orando y cantando, "Está bien con mi alma." Le preguntaba al Padre, "Señor, ¿tienes una palabra para mí?"
El Espíritu Santo me susurró, "Sí, David. Tú confías en la sangre limpiadora de mi Hijo. Y aceptas mi promesa de perdón. Debido a esto, el cielo entero está cantando contigo. Están cantando, 'Sí, está bien, está bien con el alma de David.'"
La paz inundó mi corazón. En ese momento, supe lo que quiere decir sentirse "verde" con salud espiritual. Canté dentro de mí, "Soy un árbol verde en la casa de Dios. Y ninguna arma forjada contra mí en el infierno puede tocarme."
Ahora mismo, el mundo entero está envuelto en un paño mortuorio de temor. Las personas están paralizadas en todos los lados. Tristemente, se va a poner peor para ellos. Las langostas de Satanás van a traer destrucción en todos los que no "tienen el sello de Dios en sus frentes" (Apocalipsis 9:4).
Según las Escrituras, las personas responderán a las calamidades crecientes en una de dos maneras:
1. Aquellos que rechazan a Dios, negándose a arrepentirse, serán endurecidos por los terrores que ven.
Apocalipsis 9 nos dice que un ejército de 200 millones de hombres destruirá un tercio de la población de la tierra. Sin duda, esto se refiere a una guerra nuclear. No podemos comenzar a imaginarnos la devastación mundial y las plagas que resultarán. Aún, se nos dice, "El resto de los hombres que no fueron muertos por estas plagas… no se arrepintieron (Apocalipsis 9:21).
Aquellos que se endurecen hacia Dios serán entorpecidos por los horribles desastres que vienen. Si un pueblo o nación bajo el juicio no se arrepiente después de repetidas llamadas a despertar, nunca lo harán. Simplemente endurecerán sus cuellos.
2. Aquellos que confían en Dios se regocijarán.
De hecho, en la misma cumbre de devastación, estos siervos gritarán de alegría. "Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre" (Salmo 5:11).
¿Por qué ellos gritarían de alegría? "Porque tú los defiendes… como con un escudo lo rodearás de tu favor" (5:11-12).
Aquí está la promesa de Dios a todos los que ponen su confianza en él:
"El Señor lo escucha en el día del problema; el nombre del Dios de Jacob lo defiende; le envía ayuda desde el santuario, y lo fortalece fuera de Sión…"
"Ahora yo sé que el Señor salva a su ungido; él lo escuchará desde sus santos cielos con la fuerza salvadora de su diestra."
"Algunos confían en carros, y otros en caballos: pero nosotros recordaremos el nombre del Señor nuestro Dios. Ellos se derrumban y caen: pero nosotros nos levantamos, y estamos derechos" (Salmo 20:1-2, 6-8).
Algunas personas han puesto su confianza en las fuerzas militares de América. Pero todos los que confían en el Señor encontrarán verdadero descanso.
Nosotros no necesitamos refugios de bombas, máscaras de gas o refugios secretos. Tenemos un Dios que es nuestra paz. Y él nos oirá cuando llamemos.