EL DIA QUE JESÚS SE ENOJÓ

Jim Cymbala

Me encanta la imagen mental de Jesús el Buen Pastor que pone a la oveja en sus hombros y la lleva a un lugar seguro. Amo la historia del Cristo que alimenta las multitudes hambrientas con el pan y los peces. ¡Y me maravillo a la vista de Él saliendo de la tumba con vida la mañana de la resurrección!

Pero hay una imagen de Jesús que, francamente, no parece encajar. Incluso me pregunto por qué Dios la puso en la Biblia.

“Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”(Marcos 11:15-17).

“El ambiente de la casa de mi Padre”, parecía decir Jesús, “debe ser la oración. El aroma que rodee a mi Padre debe ser el de las personas que abren sus corazones en adoración y súplica. Esta es una casa para invocar al Señor”.

Yo no quiero dar a entender que el templo de Jerusalén, construido por Herodes el Grande, es la contraparte directa de nuestras iglesias hoy. Dios ya no centra su presencia en un edificio en particular. De hecho, el Nuevo Testamento enseña que ahora nosotros somos Su morada; Él vive en Su pueblo. ¿Cuánto más importante, entonces, es el mensaje de Jesús acerca de la prioridad de la oración?

La característica que se supone distingue a las iglesias cristianas, a los cristianos, y a las reuniones cristianas es el aroma de la oración.
¿Acaso la Biblia dice en algún lugar desde Génesis hasta Apocalipsis: “Mi casa será llamada casa de predicación”? ¿Acaso dice: “Mi casa será llamada casa de música”? Por supuesto que no. La Biblia dice: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones."

La pura verdad es que he visto a Dios hacer más en la vida de las personas en diez minutos de oración verdadera que en diez de mis sermones.

 

Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson, y un orador frecuente en conferencias para pastores y líderes patrocinadas por World Challenge en todo el mundo.