EL DIOS QUE PROVEE FIELMENTE
Cuando disponemos nuestro corazón para obedecer la palabra de Dios, permitiendo que su Espíritu exponga y mortifique todo el pecado en nuestras vidas, el Señor mismo hace que nos regocijemos. "... y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento." (Nehemías 12:43). Creo que este derramamiento de bendición incluye abundante gozo, aún en medio de nuestras pruebas. El Señor abre el cielo y nos bautiza con el "gozo de Jesús" con gritos, regocijo y cánticos, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias.
Nehemías le recordó a un Israel lleno de gozo cómo Dios proveyó a sus antepasados cuando estaban en el desierto. El Señor derramó sobre ellos múltiples misericordias, los instruyó por su Espíritu y los guió por medio de la nube y la columna de fuego. Les proveyó sobrenaturalmente maná y agua, y de forma milagrosa, no permitió que sus vestidos ni zapatos se gastaran. (Ver Nehemías 9:19-21).
¿Qué te parecen estas bendiciones? Múltiples misericordias, dirección clara, el Espíritu de Dios enseñándote, y todas tus necesidades físicas y espirituales suplidas. ¡Todo esto me parece maravilloso! Y de hecho, todas estas bendiciones son ciertas para nosotros hoy día. El Señor, en su gran misericordia, ha prometido proporcionarlas todas a su pueblo.
Sin embargo, aún podemos escoger vivir en un desierto, como Israel lo hizo. Nehemías les señaló que sus antepasados se revelaron contra el Señor, ignorando su ley: "Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas... Les soportaste por muchos años... pero no escucharon." (Nehemías 9:26, 30).
¿Puedes imaginarte la terrible muerte espiritual que estas personas trajeron sobre sí mismas? Cuarenta años de días festivos sin gozo ni alegría. Cuarenta años de funerales sin tan siquiera haber entrado en la tierra prometida. Estos Israelitas eran ricos en bendiciones, abundantes en bienes, no necesitaban nada, y sin embargo eran tibios en espíritu.
Este es el retrato del Jehová proveedor, el Dios que fielmente provee para su pueblo, incluso cuando están endurecidos a su palabra. Los Israelitas se habían cansado de las cosas de Dios, y sólo simulaban estar en Él. En su misericordia, el Señor continuaba dirigiendo sus asuntos diarios y les proveía. Pero este pueblo nunca entraría en su plenitud. ¿No fue asombroso que sus ropas y zapatos nunca se gastaran? Ellos, simplemente, no estaban yendo a ninguna parte.