EL ERROR TRÁGICO

David Wilkerson

Moisés describió el trágico error que Israel cometió en Cades-barnea (ver Números 13-14). Esto sucedió poco tiempo después del cruce del Mar Rojo. Dios había mandado a Israel entrar valientemente en Canaán y Él les había dado esta poderosa palabra de seguridad:

“Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes... No temáis, ni tengáis miedo de ellos. Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos” (Deuteronomio 1:21,29-30). ¡Qué increíble promesa! Ninguno de sus enemigos sería capaz de hacerle frente (ver 7:24).

Pero Israel vaciló sobre la promesa de Dios. En vez de tomarlo según Su Palabra, ellos insistieron en enviar espías a Canaán. Y aquellos espías trajeron un “reporte malvado”, lleno de incredulidad. Hablaron de gigantes y de ciudades con murallas altas y la gente creyó su reporte: ”No quisisteis subir, antes fuiste rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios“ (1:26). Ahora Moisés está diciendo a la generación más joven: “Ellos deberían haberse movido al instante ante la Palabra de Dios. El Señor les había dicho que pelearía por ellos, pero ellos se rebelaron”.

¿Ves lo que le ocurrió a la generación antigua? El enviar a aquellos espías a Canaán fue un acto de incredulidad. Y mientras los espías estuvieron allá, fueron influidos por Satanás. Fueron sometidos a las mentiras del enemigo, porque no habían creído a Dios.

Después de oír el reporte malvado, el pueblo levantó sus puños hacia Dios, acusando: “Tu nos has abandonado, Dios. Nos trajiste aquí para morir”. Sólo meses antes, este mismo pueblo había sido apartado para Dios, había sido hecho especial a Sus ojos y milagrosamente había sido librado. Pero ahora el campamento entero estaba en confusión. Ellos se preguntaban el uno al otro en voz alta: “¿Está Dios aún con nosotros?” Pronto ellos estaban llorando por sus hijos, gimiendo: “Nuestros niños morirán de hambre en este desierto. ¡Dios nos aborrece!”

Moisés les recordó a los jóvenes israelitas las acusaciones de sus padres: “Murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos” (1:27).