El Lenguaje del Amor y la Misericordia
Jesús le dice a una multitud de fariseos y religiosos a su alrededor: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:14-16).
La palabra griega aquí para “oirán” no es sólo escuchar y reconocer la voz de alguien; también puede significar “lenguaje”. Jesús les está diciendo a los fariseos: “Ustedes no reconocen mi voz” en un sentido, pero también está diciendo: “Ustedes no entienden el lenguaje de la gracia y la misericordia”. Ellos no podían entender el lenguaje del corazón amoroso de un padre.
Para aquellos que han sido rescatados por Dios, nosotros no sólo reconoceremos la voz de Cristo, sino que también entenderemos el lenguaje del amor y la misericordia. Una vez que tú oigas ese lenguaje, no querrás oír otra voz. Los lenguajes de las obras, la religión muerta y el pecado ya no serán atractivos.
Esto es parte de cómo salimos al mundo sin temor a que el mundo se meta en nosotros. Podemos salir con confianza y osadía porque oímos la voz del Padre y conocemos su lenguaje.
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Juan 4:4-6).
Conoceremos a Dios y seremos conocidos como suyos; y los poderes espirituales de las tinieblas en el mundo no pueden vencer al Espíritu en nosotros. Esa es una maravillosa promesa.