El Poder de Cristo en Tu Tormenta
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:1-3).
La Biblia ofrece poderosas advertencias sobre cómo evitar quedarse dormido a la medianoche. Nuestra principal preocupación debe ser nuestro caminar personal con Cristo. Necesitamos preguntarnos: “¿Cómo puedo escapar de las consecuencias si descuido a Jesús y me alejo de él?”
David, el autor de tantos salmos, se cansó de sus luchas. Estaba tan cansado de alma, tan asediado y acosado por los problemas, que todo lo que quería era escapar a un lugar de paz y seguridad: “Mi corazón está dolorido dentro de mí, Y terrores de muerte sobre mí han caído. Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; Moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad” (Salmos 55:4-8).
Como David, muchos de nosotros anhelamos escapar cuando atravesamos tiempos de temor y cansancio. Queremos escabullirnos a algún lugar que esté lejos de la gente, lejos de nuestros problemas, batallas y luchas, donde las cosas sean tranquilas y pacíficas. Y así, algunos se tornan hacia su interior, viviendo en constante desánimo, a punto de abandonar la lucha de confiar en que Dios los sacará adelante.
En este momento, el Cuerpo de Cristo está en medio de una “tormenta perfecta”. El infierno ha estallado y Satanás ha lanzado un ataque total contra la iglesia vencedora. Muchos creyentes se han retirado, queriendo salir de la lucha por completo. Han decidido: “¡Ya no puedo hacer esto! No dejaré a Jesús, pero voy a encontrar una manera más fácil”.
Aquí hay una verdad que todo creyente debería captar: ¡encontramos el poder y la gloria de Cristo principalmente en medio de la tormenta! Todos recordamos cómo Jesús se manifestó cuando parecía que la barca se hundía (ver Marcos 4:35-41). Y así como lo hizo con los discípulos, aparece en medio de nuestra tormenta, calmando los vientos y las olas. De hecho, su fuerza se nos da más en nuestros tiempos de debilidad.
Pablo testifica: “Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).