EL SECRETO DE LA UNIDAD
En Juan 13, Jesús tomó una toalla y un recipiente y lavó los pies de sus discípulos.
“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Juan 13:14). Después de lavarles los pies, les preguntó: “¿Saben lo que acabo de hacer por ustedes?” En otras palabras: “¿Comprenden el significado espiritual del lavamiento de pies?”
Creo que cuando Jesús lavó los pies de los discípulos, él estaba enseñando una lección profunda sobre cómo obtener unidad en la comunión dentro del Cuerpo de Cristo.
Cuando Jesús se acercó a Pedro para lavarle los pies, el discípulo retrocedió con asombro. “¡Señor, tú no vas a lavarme los pies!”
Jesús le respondió: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan 13:8). Jesús estaba diciendo, en esencia: “Pedro, si te lavo los pies, tenemos bases preciosas para la comunión, una base para la verdadera unidad”. Él quiere que sus hijos se sirvan y se sometan unos a otros en la casa de Dios.
¿Qué te hizo Jesús cuando te limpió? Él se deshizo de toda tu culpa y fuiste hecho limpio, completo. Puso gratitud y gozo en tu alma. Él te colmó de tal amor por él que lo seguirías a cualquier lugar y harías cualquier cosa por él. Todo lo que querías era tener comunión con él por lo que él hizo por ti.
Amado, ese es el secreto de la unidad. Cuando tomas la toalla de la misericordia para un hermano herido y caído, lo alientas abrazándolo en su dolor, sometiéndote en temor santo, lavando sus sentimientos de inutilidad, angustia y desesperación; y amándolo y cuidándolo.
¿Qué le has hecho a esa persona, al lavarle los pies, ya sea en un sentido espiritual o físico? Has construido una base firme para la unidad verdadera y la comunión gloriosa. Ahora son uno, por su experiencia común, es decir, al ser lavados por el agua de la Palabra.