EL TIEMPO PERFECTO
En cierta ocasión, Jesús viajó de Judea a Galilea, y el apóstol Juan registró que "le era necesario pasar por Samaria" (Juan 4:4). El hecho es que, Jesús no tenía que pasar por Samaria para llegar a Galilea, desde el punto de vista geográfico. De hecho, debido a que los judios odiaban a los samaritanos, regularmente tomaban el camino más largo con el fin de evitar pasar por esa región. Pero Jesús se sintió obligado a pasar por Samaria porque ahí era donde el Espíritu lo llevaba ahora - no por razones geográficas, sino por una misión, debido a su obediencia a la guianza del Espíritu.
Cuando Jesús llegó a Samaria envió a sus discípulos delante de él, y se sentó junto al pozo de Jacob. Allí esperó hasta tener su encuentro divino con la samaritana, y sobrenaturalmente pudo discernir todo sobre su vida. Esa conversación cambió para siempre la vida de esta mujer, quien se convirtió en la primera mujer evangelista del mundo, testificando de Jesús a las personas de su ciudad. Jesús se quedó con los samaritanos por dos días más y pudo traer salvación a muchos otros antes de continuar su viaje. Este encuentro nunca hubiese pasado si Jesús no hubiese seguido la dirección del Espíritu Santo.
Más tarde, en Galilea, a medida que se acercaba el tiempo de la fiesta judía de los Tabernáculos en Jerusalén, los hermanos de Jesús le instaban a viajar allí “para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo” (Juan 7: 3-4).
Pero Jesús tenía un propósito diferente. Les respondió: "Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido" (Juan 7:8).
Una vez más, Jesús estaba esperando la autorización del Espíritu Santo para seguir su marcha. Estaba esperando el momento adecuado para hacer su entrada a la fiesta y para revelar su sabiduría y sus enseñanzas al pueblo en Jerusalén. El sabía, de hecho, que él era la verdadera fiesta - el Mesías al que habían estado esperando. Él mismo era la razon de su celebración, a pesar de que ellos no se daban cuenta.
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.