En Una Hora Todo Cambiará
El profeta Isaías nos advierte que en los últimos días Dios "trastornará la faz" de la tierra. Él dice: "He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz" (Isaías 24:1).
De acuerdo con esta profecía, un juicio súbito vendrá sobre la tierra, y cambiará todo en una sola hora. En ese pequeño lapso, todo el mundo será testigo de la rápida destrucción que caerá sobre una ciudad y una nación, y el mundo nunca volverá a ser el mismo.
Si usted está ligado a las cosas materiales, si ama este mundo y las cosas que en él hay, usted no querrá escuchar lo que Isaías está profetizando. De hecho, aun a la persona más justa de entre el pueblo de Dios, le podría parecer increíble lo que Isaías dice. Muchos seguramente se preguntarán: "¿Cómo podrá ser que el mundo sea sacudido en una hora?"
Si no creyéramos que la Biblia es la santa Palabra de Dios, pocos de nosotros tomaríamos en serio la profecía de Isaías. Pero la Escritura lo pone en claro: en una sola hora, el mundo cambiará. La iglesia cambiará. Y cada individuo sobre la tierra cambiará.
El apóstol Juan nos da una advertencia similar en Apocalipsis. Él habla acerca de un juicio de destrucción que caerá sobre una ciudad y una nación: "En un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga… Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas" (Apocalipsis 18:8, 17).
En la profecía de Isaías, la ciudad que estará bajo juicio será quebrantada. Cada casa será cerrada, sin que nadie entre o salga. "Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie" (Isaías 24:10). Toda la ciudad quedará desolada: "La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta" (Isaías 24:12). Todas las entradas y las salidas de la ciudad estarán bloqueadas. El pasaje indica que un fuego vendrá, una ráfaga que sacudirá los mismos cimientos de la tierra (ver 24:6).
Uno que vive en la ciudad de Nueva York sabe algo acerca de este tipo de escenario. Cuando atacaron las Torres Gemelas, el fuego y humo se podían ver subiendo al cielo por millas. Recientemente, los neoyorkinos se espantaron al ver una masa de vapor que salía por debajo de la ciudad. La gente corría en todas direcciones gritando: ¿Qué pasa? ¿Es esto el fin?"
Hoy en día, una multitud de profetas seculares están diciendo que un ataque nuclear es inevitable. Los blancos que más frecuentemente mencionan es Nueva York, pero también podría suceder en alguna otra gran ciudad: Londres, París, Tel Aviv, Washington. Ni Isaías ni Juan dan el nombre de la ciudad sobre la cual el juicio destructor caerá.
Déjenme aclarar este punto: Yo no pretendo asustar a nadie con este mensaje. Pablo nos dice que, como discípulos de Jesucristo, ya hemos pasado de muerte a vida. Nosotros que llamamos a Jesús "Señor" debemos estar confiados en que, pase lo que pase en este mundo, su sangre derramada nos salva y nos redime.
Por lo tanto, no debemos temer ninguna noticia, pero sí estar atentos a lo que el Señor está haciendo en el mundo. Tal como mucha gente, yo también escucho graves reportes que hacen que quiera desconectarme de la realidad. Pero la verdad es que Dios se mueve en medio de días como éstos y habla sus advertencias a todo aquél que escuche su voz.
Yo creo, junto con otros eminentes estudiosos de la Biblia, que la profecía de Isaías apunta a los últimos tiempos. Y con ello me refiero a nuestro tiempo presente. Dentro de poco, el repentino juicio vendrá, y la Escritura indica claramente que ahora está a la puerta.
Hasta este punto, usted se estará preguntando: "¿Cómo podemos estar tan seguros de que nosotros somos la generación a la que esta profecía se refiere?". Podemos saber, por dos razones, que el juicio es inminente:
1. Un número creciente de profetas advierten de que un desastre apocalíptico está a al puerta. Cuando uso la palabra "profetas" no solo me refiero a aquellos en la iglesia. Estoy hablando también de los "profetas seculares".
Existen diversos precedentes de profetas seculares en la Escritura. Dios usó a Asiria como su vara para corregir a Israel. Y señaló al rey Ciro como su siervo para ayudar a Israel: "[El Señor] dijo de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero" (Isaías 44:28).
"Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas" (Amós 3:7).
2. Destrucción repentina viene cuando la copa de violencia se desborda. Sensualidad, perversión y avaricia corren desenfrenados a través de nuestra sociedad. Así, cuando Dios mandó el diluvio sobre la tierra, fue por una erupción de violencia en todo el mundo: "Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia" (Génesis 6:11).
Ahora mismo, hay varias guerras y levantamientos sangrientos alrededor del mundo. Pero principalmente está en mi mente la violencia que están sufriendo los niños alrededor del mundo:
- Pienso acerca de la violencia sexual de los pedófilos. Niños de todo el mundo están siendo violados, secuestrados y forzados en la esclavitud del comercio sexual mundial. Recientemente, a un pedófilo en Estados Unidos se le descubrió creando un sitio de internet en el que aconsejaba a otros pedófilos acerca de los lugares en que más fácilmente pueden recoger niños. No hay una ley vigente que detenga a este hombre.
- La iglesia más grande del mundo (Iglesia Católica Romana) ha gastado cientos de millones de dólares para resolver las quejas de aquéllos que fueron abusados por clérigos en su infancia. Dígame, ¿hasta cuándo va a soportar Dios el lamentable clamor de niños que están siendo abusados por aquellos que deberían representar a Cristo?
- Miles de niños en África están siendo asesinados en guerras tribales, muertos a machetazos. Jóvenes varones, aun aquellos menores a diez años, son enlistados en las milicias de las tribus y forzados a asesinar hombres en ritos de iniciación.
- Aquí en Estados Unidos, la sangre de millones de niños abortados clama desde la tierra.
- Reportes de asesinatos en escuelas ya no nos impresiona a muchos pero siguen aterrorizando a nuestros hijos. Podemos endurecernos ante dichos reportes, pero el corazón de Dios se sigue afligiendo por ellos.
Un cataclismo repentino golpeará y será el primero de los últimos juicios de Dios. Este gran evento hará que la tierra se tambalee. Isaías dice que cuando ésto suceda, no habrá lugar al que se pueda escapar: "Humilló a la ciudad exaltada [orgullosa]… hasta la tierra; la derribó hasta el polvo" (Isaías 26:5). "Fueron consumidos los habitantes de la tierra" (Isaías 24:6).
Cuando ésto suceda, el caos absoluto estallará. Todas las actividades cívicas se detendrán y la sociedad se dirigirá al desorden masivo. Las agencias gubernamentales serán incapaces de restaurar la ciudad a la normalidad. No habrá tropa del estado, ni guardia nacional, ni ejército que sean capaces de establecer el orden ante aquel levantamiento.
Usted bien recordará que cuando las Torres Gemelas fueron destruidas, la ayuda a Nueva York vino de todas partes del mundo. Un ejército de gente vino a apoyar en lo que pudieran. Pero la escena en la profecía de Isaías es diferente: la calamidad está por encima de la capacidad de respuesta del ser humano.
Cuando este juicio caiga, devastará la economía. Mercaderes ricos se levantarán llorando y lamentándose al ver la tormenta y enfrentar la bancarrota. En un instante, toda la riqueza que amasaban será reducida a nada. Juan describe la escena: "Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad…! Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas" (Apocalipsis 18:15-17).
Por la noche, toda compra-venta se acabará. Cada restaurante y bar estará cerrado, la alegría del vino y la música se acabarán. De hecho, todo vestigio de regocijo y placer, alegría y gozo, se desvanecerá: "Gimieron todos los que eran alegres de corazón. Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa. No beberán vino con cantar… se desterró la alegría de la tierra" (Isaías 24:7-9, 11).
Sí, la escena es oscuridad y ruina. Pero no es mi profecía. Esta palabra fue dada por el Espíritu Santo del Dios todopoderoso, para ser proclamada por su santo profeta Isaías. Aún el mundo secular se está preparando para cuando ésto suceda. Billones de dólares se han gastado en la seguridad nacional, tanto en Estados Unidos, como en Inglaterra, Europa e Israel. ¿Por qué? Expertos militares advierten que es seguro que suceda un ataque terrorista que impacte al mundo entero.
Se podrá preguntar: "¿Por qué cambiaría el mundo entero si un ataque nuclear ocurriera solo en una ciudad?" Sucederá por el temor a una represalia. Si una nación sanguinaria enviara tal ataque, puede estar seguro que en cuestión de horas, esa nación será destruida por completo. Considere el plan que tiene Israel conocido como la Opción Sansón. En el momento en que se lance un ataque nuclear hacia ellos, en unos momentos lanzaría misiles nucleares para devastar las capitales de las naciones enemigas.
El mundo se ha convertido en una bomba de tiempo, y el tiempo se está acabando.
Esta hora de devastación cambiará repentinamente las iglesias, ya sea que estén vivas o muertas. Isaías escribe: "Porque así será… como olivo sacudido" (Isaías 24:13). La imagen es de Dios sacudiendo un olivo después de haber recogido el fruto. En breve, sacudirá todo lo que pueda ser sacudido, sin escatimar nada. Será un tiempo de terrible destrucción y oscuridad sobrecogedora.
En medio de tan tremenda sacudida, se escuchará un canto, y su sonido crecerá continuamente y con firmeza. De pronto, en aquellas horas más oscuras, un coro mundial de voces cantará alabanzas a la majestad de Dios: "Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová, desde el mar darán voces" (Isaías 24:14).
¿Se imagina la escena? Habrá pánico en todas partes. El corazón de los hombres desfallecerá de temor mientras el fuego despide su humo a cientos de kilómetros. Desorden y caos reinarán por todas partes. Sin embargo, a pesar del fuego devastador y de la calamidad, el mundo escuchará un cántico glorioso que se entonará: "Glorificad por ésto a Jehová en los valles… sea nombrado Jehová Dios de Israel. De lo postrero de la tierra oímos cánticos: Gloria al justo" (Isaías 24:15-16).
Un remanente santo se despertará y un cántico nacerá de en medio del fuego. En vez de llenarse de pánico, el pueblo de Dios estará alabando su asombrosa majestad. Imagínese: en la hora más oscura de todos los tiempos, una voz colectiva será alzada por millones de personas de todas las naciones, no con temor o en agonía, sino en gozosa alabanza para el Señor.
"¿Cómo sucederá esto?", podrá preguntarse. En una hora, Dios va a regenerar y restaurar a su iglesia. Los huesos secos se sacudirán y sonaran, y los justos serán despertados mientras el Espíritu Santo llame a multitudes de creyentes tibios a que vuelvan a su primer amor. En su misericordia, él va a visitar a aquellos que le han negado, ignorando su Palabra, evadiendo la oración, quizá aun aquellos que están contemplando el divorcio. De pronto, sus almas serán inundadas de punzadas de remordimiento y tristeza que proviene de Dios. Y muchos caerán de rodillas en arrepentimiento.
Habrá un avivamiento de glorificar la majestad de Dios. Y el cántico de este avivamiento se escuchará desde los confines de la tierra. Norte, sur, este y oeste, desde tierras árabes hasta China, Indonesia, África y de todas partes del mundo, un cántico glorioso se alzará de en medio del fuego. En el lapso de un día, aquéllos que hayan sobrevivido al fuego, van a estar cantando un cántico nuevo por todo el mundo.
"Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones" (Isaías 25:7). Ahora mismo, en esta época de prosperidad, una multitud de personas del mundo parecen estar cubiertos con un velo, incapaces de ver la verdad de Jesucristo. Pero cuando Dios se levante para sacudir al mundo con sus juicios, el velo que cubre la mente de miles de millones será quitado. El velo de oscuridad será removido y muchos verán al Señor en su gloria. El Espíritu Santo no forzará a Cristo ante estos ojos y corazones que estén abiertos, sino que un remanente se levantará de en medio de ellos.
Yo creo que hoy en día el velo más oscuro está encima de los ojos y corazones de los jóvenes de todo el mundo. Esto es especialmente cierto en estudiantes universitarios, a los que su fe ha sido bombardeada durante cuatro años. Durante ese tiempo, sus mentes han sido adoctrinadas por profesores impíos en salones en donde la fe es atacada, escarnecida y envilecida. Ahora, la fe de estos jóvenes se ha hundido. Dejan la universidad, convencidos de que Dios ha muerto.
Pero en una hora de devastación (nuclear, económica y social), todos aquellos velos hipócritas se van a caer. Aquellos mismos profesores que se burlaban de ellos, se darán cuenta, al enfrentar la posibilidad de la muerte, que se tiene que tomar una decisión: "¿Qué hay de la eternidad? ¿Existe la vida después de la muerte?". Y buscarán a alguien para que les explique lo que está sucediendo.
Cuando el cántico sea cantado, será escuchado por jóvenes de todas las clases sociales, de toda nación debajo del sol. Muchos endurecerán sus corazones y maldecirán a Dios al sonido del cántico, pero otras tantas multitudes se unirán cantando de su majestad.
En una sola hora, el enfoque de nuestras vidas cambiará. No nos obsesionaremos más por nuestros problemas ni adversidades. De pronto, tantas cosas que apreciábamos ya no tendrán valor. ¿Por qué? En aquella hora, todos estaremos en el mismo barco:
"Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe" (Isaías 24:2).
El repentino juicio que vendrá no respetará a nadie. Más bien, le tocará a todo aquél que esté al alcance de su furia. Presidentes, reyes, los hombres más ricos y famosos, todos temblarán, así como el hombre más pobre en la tierra. Y este cataclismo reducirá a nada cualquier ídolo, purgando la iniquidad y derribando altares falsos:
"De esta manera [la calamidad], pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y éste será el fruto de la remoción de su pecado; cuando haga todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levanten los símbolos de Asera ni las imágenes del sol" (Isaías 27:9).
El ídolo más prominente del mundo es el dinero, y ahora mismo, Estados Unidos está enfrentando un monstruoso desastre financiero. Los inversionistas están revueltos en retirar su dinero de fondos de alto riesgo, y las compañías de hipotecas están yendo a la bancarrota. Un reciente encabezado de finanzas se leía así: "¡Abandone el barco!". Todo mundo está vendiendo y nadie está comprando. Muchas familias están en pánico, mientras sus vidas cambian de la noche a la mañana. Pienso en el presidente de un multibillonario presupuesto, quien recientemente puso en venta su yate de 43m, y su mansión de 16 habitaciones en Aspen, Colorado. Su presupuesto virtualmente se acabó de la noche a la mañana.
El día vendrá en que los deportes será la última cosa que esté en la mente de la gente. No tengo nada en contra del deporte, pero pronto dejarán de haber contratos de deportistas por 250 millones de dólares. Todos los ídolos se vendrán abajo, serán como polvo, y el campo de juego estará parejo. El más rico, al igual que el más pobre, enfrentaran las mismas condiciones.
Todo esto sucederá en un día. "Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer en cinta, y no escaparán" (1a Tesalonisenses 5:3).
Usted se podrá preguntar: "¿Qué bien traen estos mensajes proféticos? ¿Por qué alguien tendría que vivir bajo tal ansiedad?
Le recuerdo que Jesús le advirtió a Jerusalén de una destrucción repentina que vendría sobre la ciudad. Iba a ser quemada hasta volverse cenizas, con cerca de un millón de personas asesinadas. Cristo explicó su advertencia: "Y ahora, os lo he dicho antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis" (Juan 14:29). En esencia, lo que estaba diciendo es: "Cuando ésto suceda, ustedes sabrán que hay un Dios que los ama y les advierte por adelantado".
Pablo le llama a estas advertencias "luz", destellos que dispersan la oscuridad. En pocas palabras, él dice: "Ustedes son hijos de la luz porque conocen lo que sucederá en el futuro. Así que, cuando la destrucción venga y haya pánico en todas partes, ustedes tendrán la calma del Espíritu Santo. Algo dentro de ustedes despertará y les hará recordar: 'Dios me lo advirtió' ". Esta profecía no es un mensaje de ira hacia el pueblo de Dios, sino un llamado a comenzar a prepararse.
"Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él" (1a Tesalonicenses 5:9-10). Pablo está hablando aquí de un tiempo de posible destrucción. "Por lo cual", continua diciendo, "animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo hacéis" (5:11).
En este día de prosperidad, nadie quiere oir un mensaje como el de Isaías. Definitivamente que yo tampoco quiero oirlo. Pero no podemos ignorarlo, porque está aquí, a la puerta. En tales circunstancias, Pablo dice que cuando tengamos conocimiento de que una destrucción repentina está por venir, no debemos temer o lamentarnos tal y como el mundo lo hace. En vez de eso, debemos animarnos unos a otros en la fe, sabiendo que Dios reina sobre cada aspecto de nuestras vidas.
"Seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y amor, y con la esperanza de salvación como yelmo" (5:8). Pablo instruye: "Ármense de confianza, construyan hoy su fe, antes de que aquel día venga. Aprendan su canción y serán capaces de entonarla en medio del fuego". "Glorificad por esto a Jehová en los valles; en las orillas del mar sea nombrado Jehová Dios de Israel" (Isaías 24:15).
Esta es la esperanza de nuestra más pura fe: nuestro Señor hace que salga una canción de en medio de lo más oscuro de los tiempos. Comience hoy a consutruir su santa fe en Él, y aprenda a alabar en silencio y en su corazón a su majestad. Cuando cante su canción, fortalecerá y animará a sus hermanos. Y además, testificará al mundo que: "¡Nuestro Señor reina por encima de la inundación!"