Enfrentando Tentaciones
Satanás hará todo lo que esté en su poder para tentarte y apartarte del destino de Dios para ti. Tratará de socavar tu llamado, robarte tu unción y convencerte de que la aprobación de Dios sobre tu vida es una mentira.
Cuando Jesús se fue al desierto, después de cuarenta días de ayuno, tuvo hambre. En este momento cuando Jesús era físicamente vulnerable, el diablo trajo su primera tentación. Las Escrituras dicen: “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (Mateo 4:2-3).
Satanás estaba desafiando a Jesús: “Si eres completamente Dios, entonces tienes el poder de Dios en ti. Sólo di la palabra y decide salir de esto”. Esta es una de las tentaciones más insidiosas que enfrentan las personas verdaderamente piadosas. Tienes una pasión por Dios y cuando eres llevado a una experiencia en el desierto, después de un largo período de pruebas, surgen preguntas. Y es entonces cuando las tentaciones de Satanás se vuelven más feroces que nunca.
El enemigo quiere que actúes independientemente del Padre. Cuando estás en medio de tu prueba, el diablo dice: “Tu sufrimiento no viene de Dios. No tienes que pasar por esto. Tienes el poder de Dios en ti, a través del Espíritu Santo, por lo que no tienes que aguantar esto un día más. Di la palabra y liberate”.
Jesús respondió a la tentación del diablo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Incluso en el apogeo de su sufrimiento, Jesús no perdió de vista su propósito eterno. Si nuestro Señor aprendió dependencia y compasión a través de una experiencia en el desierto, ¡tú también lo harás!
Dios te ama en tus tiempos de prueba. Su propio Espíritu te ha llevado al desierto donde su propio Hijo ya ha estado. Deja que él termine su obra de construir en ti una total dependencia y confianza en él.