ENTREGA TU PETICIÓN AL CUIDADO DE DIOS
Una de las razones por las que nuestras oraciones pueden no tener respuesta es porque intentamos detallar cómo Dios debiera responderlas. Y todo eso se reduce a una falta de confianza. El alma creyente, después de haber descargado su corazón en oración al Señor, se rinde a la fidelidad, a la bondad y a la sabiduría de Dios. El verdadero creyente dejará la forma de la respuesta a la misericordia de Dios y le dará la bienvenida a cualquier forma que Dios elija responder.
Aquellos que le dicen a Dios cómo y cuándo responder a su oración en realidad limitan al Santo de Israel. Y dado que Dios, quizás no traiga la respuesta por la puerta principal, ellos no están conscientes de su venida por la parte de atrás. Confían sólo en conclusiones y no en promesas. Pero Dios no está limitado por el tiempo, la forma, ni los medios para responder. Él siempre hará mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos pedir. Él responderá con salud, o gracia que es mejor que la salud. Él enviará amor, o algo más allá de eso. Él libertará, o hará algo aún más grande.
Dios desea que simplemente dejemos nuestras peticiones alojadas en sus poderosos brazos, echemos toda nuestra ansiedad sobre él, y salgamos con paz y serenidad para esperar su socorro. ¡Qué trágico tener un Dios tan grande y tan poca fe en él! Entonces, ya no más, “¿Es él capaz? ¿Puede él perdonar? ¿Puede él sanar? ¿Puede ejecutar una obra para mí?”. ¿Cómo debe eso rechinar a los oídos de nuestro Dios todopoderoso? ¡Fuera con tal incredulidad! Más bien, ven a él como a un fiel Creador.
Unas pocas palabras de aliento con respecto a la oración. Cuando estás derribado y Satanás te susurra al oído que Dios se ha olvidado de ti, detén su voz con esto: “Demonio, no es Dios quien se ha olvidado, sino yo. He olvidado todas sus bendiciones pasadas o, de lo contrario, no podría estar cuestionando hoy su fidelidad”. Y luego ora como lo hizo David: “Me acordaré de las obras de JAH; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos” (Salmos 77:11-12).