ENTREGADO A SU BONDAD
Desde el momento en que le di mi corazón a Jesús, me di cuenta de lo poco que yo era capaz aportar a nuestra relación. Hay tantas personas con más talento que yo, más elocuentes en el púlpito, más fluidos en su entrega y con más conocimientos en teología, personas con mayores dones que poner a los pies de Jesús. ¡Pero lo que si traigo, es un corazón total y completamente entregado su bondad! Estoy tan enamorado de Jesús que a veces siento como si mi pecho fuera a salir de mi cuerpo. Mis huesos no son lo suficientemente grandes como para contener mi adoración. ¡Mi vocabulario no puede expresar la profundidad de mi adoración! Mis palabras no le hacen justicia al amor y devoción que siento en mi corazón. ¡Hay momentos en que clamo en agonía porque no puedo expresar plenamente mi amor!
Cuando leí los salmos de David, sentí tal afinidad, que me gustaría tener la habilidad que él tenia para comunicar sus sentimientos por Dios con tal elocuencia y gracia. Me gustaría poder escribir como él lo hacía y tocar el arpa como él. No puedo decir que comparto su talento, pero yo creo que comparto su corazón. Sé por lo que estaba pasando, entiendo lo que debe haber sentido, sentado solo en el frío y oscuro palacio, anhelando días más simples. Anhelando la cercanía y el favor de Dios.
Y es por eso Dios lo amaba tanto. Es por eso que Dios llamó a David un hombre conforme a su corazón.
¿Puedes imaginar un elogio mayor? ¿Puedes pensar en algo que Dios pudiera decir de alguien que tuviera más relevancia? Dios amó el corazón de David, se conectó con él. Los dos eran uno de la manera más íntima y poderosa posible. Dios se relacionaba con David, no a causa de su aspecto o de sus obras o de su fuerza, sino por el estado de su corazón: El amor en su espíritu.
¿Hay un nivel de comunión mayor con nuestro Creador? ¿Puede una persona estar más cerca de Dios que llegar al nivel de compartir la intimidad y los pensamientos de su corazón? ¿Anhelamos todos que Dios nos diga: “Amo tu corazón"?
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.