Entregando el Problema a Jesús
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer” (Juan 6:5-6). Jesús se llevó a Felipe a un lado y le dijo: “Felipe, hay miles de personas aquí. Todos tienen hambre. ¿Dónde vamos a comprar suficiente pan para alimentarlos? ¿Qué crees que deberíamos hacer?”
¡Cuán increíblemente amoroso es Cristo! Jesús sabía desde el principio lo que iba a hacer; el versículo anterior nos lo dice. Sin embargo, el Señor estaba tratando de enseñarle algo a Felipe, y la lección que le estaba impartiendo se aplica a cada uno de nosotros hoy. Piensa en esto: ¿Cuántos en el cuerpo de Cristo se sientan en la mitad de la noche tratando de resolver sus problemas? Pensamos: “Quizás esto funcione. No no… Quizás eso lo resuelva. No…”
Felipe y los apóstoles no sólo tenían un problema con el pan. Ellos tenían un problema con la panadería… y un problema de dinero… y un problema de distribución… y un problema de transporte… y un problema con el tiempo. Si sumamos todo, ellos tuvieron problemas que ni siquiera podían imaginar. Su situación era absolutamente imposible.
Jesús sabía desde el principio exactamente lo que iba a hacer. Él tenía un plan. Y lo mismo ocurre con tus problemas y dificultades hoy. Hay un problema, pero Jesús conoce toda tu situación. Y él se acerca a ti y te pregunta: “¿Qué vamos a hacer al respecto?”
La respuesta correcta de Felipe habría sido: “Jesús, tú eres Dios. Nada es imposible para ti. <Así que, te entrego este problema. Ya no es mío, sino tuyo”.
Eso es precisamente lo que tenemos que decirle a nuestro Señor hoy, en medio de nuestra crisis: “Señor, tú eres el hacedor de milagros y yo voy a entregarte todas mis dudas y temores. Confío toda esta situación, toda mi vida, a tu cuidado. Sé que no permitirás que yo desmaye. De hecho, tú ya sabes lo que vas a hacer respecto a mi problema. Yo confío en tu poder”.