FE EN EL PODER DE DIOS SOLAMENTE
Cada creyente probablemente esté familiarizado con el importante papel que desempeñan la predicación y la buena enseñanza para extender el reino de Cristo y ayudarnos a madurar. Pero en los últimos años, he comenzado a preguntarme si nuestro entendimiento de la predicación se define más por nuestra experiencia de vida que por la Biblia.
En la mayoría de las iglesias, un ministro se presenta ante la congregación y comparte un pasaje de la Escritura, generalmente de una manera secuencial y lógica que analiza el significado del pasaje para que todos lo entiendan. Si el mensaje está basado en las Escrituras y las habilidades de comunicación del orador son de alto calibre, uno normalmente lo definiría como un "buen sermón". Lo mismo se puede aplicar a nosotros cuando compartimos la Palabra uno a uno con un amigo o compañero de trabajo El consejo recomendado es usar la cabeza, ser tan persuasivo como sea posible y tratar de hacer que la persona crea en Jesús.
Mientras todo ello es bueno, ¿qué vamos a hacer con la descripción del apóstol Pablo de su método de predicación? Recordando a la iglesia corintia su ministerio de dieciocho meses allí, dijo: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Corintios 2:1-5, énfasis añadido).
¿Qué? ¿Un orador que no depende de palabras sabias y persuasivas? ¿No es eso lo que la mayoría de nosotros buscamos cuando compartimos con los demás? Pero eso nunca fue parte de la estrategia de Pablo como predicador del evangelio. Él se jactaba del poder del Espíritu reposando sobre él. ¿Por qué? Para que los cristianos en Corinto puedan tener su fe fundada “en el poder de Dios” y no en “la sabiduría humana”.
Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.