FE EXTRAORDINARIA

Gary Wilkerson

¿Sientes que Dios está a punto de desatar algo tremendo en tu vida? Tal vez Él ha hablado a tu corazón: “He preparado algo especial para ti. Pronto entrarás en un caminar conmigo que nunca has conocido antes”. Tal vez tu vida ya ha sido grandemente bendecida por Dios. Ahora el Espíritu Santo está diciendo que Su promesa de tiempos antiguos está a punto de llegar a su pleno cumplimiento y te dejará perplejo.

Si esto describe tu vida en este momento, puedo decirte con la autoridad de la Escritura: Prepárate para examinar tu corazón.

Hablemos de lo que yo llamo experimentar "una fe loca". La fe loca es creer que no importa cuán buenas las cosas sean, lo mejor aún está por venir. Es una fe que dice: “Por mucho que soñemos y hagamos grandes cosas para el reino de Dios, Su visión es siempre más grande”. Lo que el Señor ha hecho en la breve existencia de la iglesia que pastoreo ha superado mis expectativas. No pasa una semana sin que alguien entregue su vida a Jesús. Siempre que distribuimos alimentos a los pobres, muchos de los receptores preguntan: “¿Por qué están haciendo esto?" Respondemos: “Es Jesús” y ellos entregan su vida a Él.

Todo está sucediendo milagrosamente. En pocos años, la asistencia a nuestra iglesia ha crecido fenomenalmente. Los nuevos creyentes están madurando rápidamente y se están convirtiendo en discípulos fieles, creciendo en su conocimiento de Dios. Ellos están bien encaminados hacia nuestra meta final para ellos: convertirse en misioneros radicalmente entregados a Jesús, donde quiera que Él los lleve.

Dios no sólo está superando nuestras expectativas, sino que nos está mostrando cuáles son Sus expectativas, y nos deja perplejos. Todavía hay un cuarto de millón de personas sólo en nuestra área que no conoce a Cristo y el Señor nos movió a plantar dos nuevas iglesias, una en un área problemática de la ciudad. Estoy simplemente anonadado por las grandes obras de Dios.

Aquí está la parte más loca de todas: Creo que las cosas más grandes están aún por venir.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1).