FE PARA LAS TEMPORADAS DE SILENCIO
¿Hay ocasiones en que te preguntas si alguna vez tus oraciones serán respondidas? ¿Has hecho honestamente todo lo que sabes hacer? La respuesta tardía a la oración es una de las experiencias más comunes compartidas incluso por los hijos más santos de Dios.
Los ministros y maestros que predican la fe nos impulsan a esperar milagros y respuestas a todas nuestras oraciones, y eso es algo bueno. Necesitamos desesperadamente que se nos recuerde el poder de la fe, pero nuestra fe no debe tener temor de investigar los pasajes de la Biblia que tratan sobre los retrasos de Dios, sus temporadas de silencio e incluso su soberanía, cuando actúa sin darle una explicación al hombre.
Vemos en la Palabra que a veces Dios no respondió una petición, no importa cuántas veces se le pidió o cuán grande es la fe. Por ejemplo, Pablo no fue liberado del desafío que lo golpeó, aunque oró diligentemente por una respuesta. “Tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí” (2 Corintios 12:8).
Pedro advirtió que la fe no debería estar sola, cuando dijo: “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:5-8). La fe sin paciencia, virtud y dominio propio se vuelve egocéntrica y desequilibrada.
Del mismo modo, Pablo oró pidiendo más que la liberación de su espinoso aguijón, más que el éxito: ¡él quería a Cristo! Pablo preferiría sufrir antes que tratar de anular a Dios y por eso pudo gritar: “Me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9-10).
Dios quiere ver la obra de su gracia completada en ti a medida que buscas más de él. ¡Él te ama más de lo que puedes imaginar y nada de lo que tu soportes podrá compararse con la gloria que te espera!