Gobernado por la Palabra de Dios

Deseo mostrarle lo que le sucede a una nación cuando sus líderes - así como el pueblo de Dios en esa nación - rechazan la Biblia como la voz divina del Señor. Dondequiera que la autoridad de la Escritura sea removida, prosigue el caos - y el juicio aparece en la puerta.

No conozco nación alguna en la tierra que sea gobernada por la santa palabra de Dios. En muchos lugares islámicos la gente se sujeta a la autoridad del Corán y la palabra de Mahoma es ley. Pero en las naciones supuestamente cristianas no existe esta clase de sujeción a las Santas Escrituras.

Ciertamente, los Estados Unidos ya no se permite así mismo ser gobernado por la Palabra de Dios. Nuestros antecesores puritanos fundaron esta nación sobre la Biblia, estableciendo un sistema de gobierno para ser dirigido por la autoridad de las Escrituras. Ahora nuestros líderes han puesto a un lado la palabra de Dios como si fuera un yugo de esclavitud. No solamente han rechazado la Biblia, sino que también han hecho todo lo posible para removerla de nuestra sociedad. Ahora es políticamente correcto despreciar la santa palabra de Dios.

Les digo, es absolutamente fatal para cualquier nación rechazar la autoridad de la Biblia e ignorar las advertencias y súplicas de los guardianes de Dios. Estados Unidos puede ser juzgado por otros pecados particulares - pero, con toda seguridad, acarrearemos mayor juicio sobre nuestra tierra por rechazar la palabra de Dios como nuestro estandarte.

Algunos cristianos no están de acuerdo, diciendo: "Estados Unidos es una nación misionera. Si Dios nos juzga, ¿quién evangelizará el mundo?" Lo mismo fue verdad en un tiempo para Israel. Dios llamó a esa nación para ser luz al resto del mundo. Sin embargo, a pesar del increíble llamado de Israel, el Señor les envió juicio. Y ahora los Estados Unidos enfrentan el mismo juicio.

Si Pablo dice que todo el Antiguo Testamento es para instruirnos hoy (ver 1 Cor.10:11), entonces el libro de Jeremías nos provee una lección objetiva sobre el asunto de rechazar la palabra de Dios. Esta lección empieza en el cuarto año del reinado de Joaquín sobre Judá.

En ese tiempo Dios instruyó al profeta Jeremías para escribir todas las advertencias proféticas que había enviado en los veintitrés años previos. Durante ese periodo Jeremías había advertido que venía un gran día de ajuste de cuentas, debido al perverso abuelo de Joaquín, el notorio rey derramador de sangre, Manasés.

Manasés había transformado el templo en un abominable centro de adoración de ídolos. Se envolvió en brujerías y se volvió a los encantamientos, espiritismo y magos. Este hombre vil despreció la palabra de Dios, pisoteando sus leyes y rechazando sus mandamientos. La Escritura dice: "… Manasés los indujo (a Israel) a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel." (2 Reyes 21:9).

Mas aún, las manos de Manasés fueron manchadas con la sangre de inocentes: "…derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de su 0ecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los ojos de Jehová." (v.16).

El resultado fue un caos nacional y un juicio bajo las manos de un Dios airado. El Señor declaró: "Por cuanto Manasés, rey de Judá, ha hecho más mal…y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos…por tanto así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retinarán ambos oídos." (v.11,12). "…Y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato que se lava y se vuelve boca abajo." (v.13). Dios estaba diciendo: "Voy a juzgar vuestra nación tan duramente que ustedes llegarán a pensar que el mundo se les volvió al revés. Tanto, que vuestros enemigos no podrán creer lo que oirán acerca de lo que les he hecho." Aunque Manasés eventualmente se arrepintió, Dios no quitó sus juicios. Solamente los aplazó por un tiempo.

No se puede negar que nuestra nación está hoy en un estado similar. Hemos derramado la sangre de sobre 30 millones de bebés a través del aborto. ¿Cómo puede un Dios santo, cerrar los ojos ante un océano de sangre inocente derramada en un espacio de sobre 3,000 millas de ancho y 2,000 millas de largo? ¿Cómo él podría ignorar el llanto adolorido de esos niños asesinados?

Dios juzgó a Manasés por mucho menos. La matanza que nuestra nación ha causado a través del aborto es más que lo que este malvado rey pudo haber causado durante su vida. Y ahora nuestra nación enfrenta el mismo juicio que Manasés enfrentó - porque rehusa hacer algo para detener el asesinato de bebés, aún en su último trimestre de gestación.

¿Cómo puede Estados Unidos continuar asesinando a sus bebés que no han nacido todavía? Lo hacemos porque hemos rechazado lo que dice la palabra de Dios acerca del derramamiento de sangre inocente. Si verdaderamente fuéramos una nación que cree en la Biblia, esta horrible tragedia no ocurriría.

Josías, el hijo de Manasés, tembló ante la palabra del Señor. La Biblia dice que cuando el ascendió al trono "…anduvo en todo el camino de David, su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda." (2 Reyes 22:2).

Josías tomó seriamente la palabra de Dios, y cayó en terror cuando escuchó su lectura en voz alta. Admitió: "Hemos llegado a cometer el pecado del cual nos habló Moisés. Estamos bajo juicio." Y de inmediato Josías se puso bajo la autoridad de la palabra de Dios.

El rey envió representantes a la profetisa Hulda, preguntándole: "¿qué debemos hacer? La ira de Dios es contra nosotros debido a nuestros pecados." Hulda contestó, en esencia: "El juicio que Dios prometió derramar sobre Jerusalén y Judá todavía esta en pie. Pero porque te has humillado y has llorado ante él cuando escuchaste lo que él ha hablado, tú no verás el mal que él ha prometido traer sobre la nación." (ver vs. 15-20).

Qué maravillosa palabra: Josías nunca tendría que ver el juicio que vendría sobre Judá causado por su perverso padre Manasés. Así que, este piadoso rey dispuso lo conveniente para que la nación se ajustara a la palabra de Dios. Por los próximos treinta y un años, cada vez que él aprendía un nuevo estatuto de las Escrituras, se arrepentía y se ajustaba a él. Y su obediencia aseguró para Judá un tiempo de bendición y prosperidad sin precedentes.

Por ejemplo, cuando Josías leyó que la homosexualidad era mala, trató con los sodomitas en toda la tierra. Y cuando descubrió que Dios odiaba la idolatría, él destruyó todos los altares paganos y los ídolos. También, cuando él aprendió acerca del odio de Dios por los sacrificios de seres humanos, barrió con todo esto. Josías cumplió con la palabra de Dios simplemente porque tuvo temor de ella.

Durante los últimos diecinueve años del reinado de Josías, Jeremías comenzó a advertir que el juicio todavía vendría sobre Judá: "Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino…pero no inclinasteis vuestro oído ni me escuchasteis. Por tanto, yo traeré sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado." (Jeremías 35:15,17).

Dios había pronunciado juicio sobre Judá veintisiete años antes. ¿Por qué estaba trayendo su juicio ahora? Él sabía que el pueblo de Judá no compartía con Josías el celo que él tenía por el Señor. No había un genuino corazón de arrepentimiento. Le tributaban al Señor un servicio de labios, pero sus corazones estaban entregados a la idolatría.

"…porque les hablé y no oyeron, los llamé y no han respondido." (v.17). "¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?…y no me habéis oído." (v.13,14).

Dios estaba diciendo: "Sacude a mi pueblo, Jeremías - inquieta sus corazones. Quizás entonces ellos verán sus malos caminos y se arrepentirán. Entonces, yo podré perdonarlos, limpiarlos y restaurarlos." Esta es la razón por la cual Dios envía vigilantes para advertir a su pueblo. Lo hace porque les ama. Sus advertencias son simplemente expresiones de su gran misericordia.

Sin embargo, los cristianos no son diferentes al pueblo exhortado por Jeremías. Como ellos, exclamamos: "Por favor, pastor - no más mensajes duros. Predique para nosotros cosas más suaves." Muchos no desean ponerse bajo el gobierno de la palabra de Dios.

Vemos esta actitud en iglesias principales. Se están acercando a una unión con iglesias que han abandonado las Escrituras como la palabra de Dios, diciendo poner a un lado sus diferencias en un ruego de amor y unidad. Sin embargo, en el proceso, también están echando a un lado la palabra de Dios. Ahora la más grande doctrina de la Reforma, por la cual miles de creyentes pagaron con sus vidas, está en riesgo: la salvación sólo por la fe, la justificación por fe. Al retornar a la salvación por obras, esta unión de iglesias está aceptando la justicia por buenas obras solamente - y esa es la doctrina del Anticristo.

Esta unión mundial de iglesias está caminando también hacia la ordenación de ministros homosexuales. Y eso viene directo del infierno. No obstante, los líderes de iglesia continúan ignorando las advertencias de piadosas voces que les urgen a no abandonar la defensa del evangelio de Cristo.

Cuando el piadoso Josías murió, su hijo Joacim tomó el trono. Y en el cuarto año de su reinado, Dios habló a Jeremías: "Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca, las palabras de Jehová a los oídos del pueblo en la casa de Jehová, el día del ayuno." (Jeremías 36:6).

El verso 9 nos dice que fue "…en el mes noveno…(que) promulgaron ayuno en la presencia de Jehová a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén."

Los líderes de Jerusalén supieron que el terrible ejército de los caldeos se estaba aproximando. Habían recibido un informe del servicio de inteligencia de que el poderoso enemigo ya venía marchando a través de la tierra con el propósito de derribar a Jerusalén y destruir el templo.

Así que, después de veintisiete años, las advertencias de Jeremías finalmente estaban dando en el clavo. Pronto cada cual en Judá empezó a congregarse en Jerusalén. Y todos estaban tan familiarizados con las cosas que Dios había dicho que les sucedería que ya les sonaba como una canción gastada y cansada: "Seremos juzgados por nuestra idolatría, por rechazar la palabra de Dios y por derramar sangre inocente. Los caldeos derribarán a Jerusalén, destruirán el templo y nos tomarán cautivos para Babilonia. El juicio de Dios ya está - y es inevitable."

Sin embargo, por años el juicio no llegó. En efecto, mientras más el pueblo pecaba, más prósperos se hacían. Se mofaban de Jeremías diciéndole: "Sigues diciéndonos que vienen tiempos duros. Pero no vemos otra cosa sino prosperidad." Me pregunto cuánta burla tuvo que soportar Jeremías durante esos años. ¿Dudaría de la palabra que Dios le había dado?

Pero finalmente las palabras de Jeremías llegaron a cumplirse. Repentinamente, en medio de los buenos tiempos, los líderes de Jerusalén recibieron las malas noticias: "Los Caldeos están sobre nosotros."

Ahora, Dios siempre ha tenido un remanente santo. Y estoy seguro que ellos estaban presentes en Judá durante este tiempo, orando por el arrepentimiento de toda la nación, tal como el país había visto previamente en el tiempo de Esdras y Nehemías. Esa generación anterior había temblado cuando Esdras había leído las Escrituras (ver Esdras 7:10). Y respondieron con arrepentimiento y poniéndose bajo el gobierno de la palabra de Dios.

Ahora, mientras el ayuno se estaba cumpliendo en Jerusalén, Jeremías envió a su escriba Baruc para que entregara lo que sería la última advertencia de Dios antes de que el juicio llegara. Baruc pronunció con fuerza un mensaje que destiló veintisiete años de advertencias: "Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová…a oídos del pueblo." (Jeremías 36:10).

Tres tipos de personas oyeron la palabra de Dios enviada en ese día. Jeremías 36 describe estos tres tipos como oidores pasivos, oidores perturbados y oidores cortantes. Cada uno de estos tres oidores está presente en la Iglesia hoy en día - y ellos reaccionan de la misma manera como la gente lo hizo en los días de Jeremías.

El ayuno en Jerusalén llegó a ser un ayuno fatal. ¿Cómo? Increíblemente, mientras Baruc pronunció el vehemente llamado de Jeremías al arrepentimiento, muchos oidores permanecieron totalmente pasivos. Permanecieron completamente inmóviles ante la palabra que escucharon: "Pero no obedeció él (el rey) ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por medio del profeta Jeremías." (Jeremías 37:2).

¿Se puede imaginar usted la escena? Había sido llamado un ayuno nacional - un tiempo de solemnidad, reverencia y búsqueda. Y ahora el pueblo ha recibido una advertencia final. Sus enemigos les estaban rodeando para venir y llevarles como esclavos a Babilonia. Sin embargo los israelitas estuvieron allí pestañeando; nada los impactaba. La palabra de Dios que ellos habían venido a escuchar entró por un oído y les salió por el otro.

Me siento pasmado por los oidores pasivos en la iglesia actual. Estas personas "vienen al ayuno" - asistiendo regularmente, cantando en el coro, levantando sus manos en alabanza. Sin embargo, permanecen completamente pasivos ante la palabra predicada que escuchan. Sus pastores exhortan: "El espíritu del anticristo ya está en marcha en el mundo, engañando a muchos. Cada discípulo de Cristo tiene que prepararse para estar fundado en la Escritura." Pero estas palabras caen sobre oídos sordos.

Esta clase de cristianos se ha cegado ante el peligro en que están. Un día van a estar en la lucha por sus vidas. El infierno vomitará sus hordas demoníacas y el enemigo desbordará como un río. Sin embargo, estos creyentes estarán congelados en un estado de pasividad.

La palabra "pasivo" significa "recibir una acción o palabra sin contestarla o iniciar una respuesta para ella." ¿Describe esto su actitud hacia la Biblia? Puede pensar que los días del juicio que vienen lo llevarán a la palabra de Dios. Pero los israelitas también supieron que el juicio venía, y permanecieron pasivos. Si usted ya no se ha vuelto a la palabra de Dios, terminará haciendo lo mismo que ellos.

Reconozco que nuestra generación sufre de sobrecarga sensorial. Nuestras mentes están saciadas con imágenes e informes de terribles tragedias - aviones que caen del cielo, asesinatos masivos en colegios e iglesias, atrocidades que suceden por todas partes alrededor del mundo. Y cada día, al parecer, un nuevo estudio de la salud advierte que algún previo e inocente alimento ahora nos causa la muerte por cáncer. Todo esto puede ser tan abrumante.

También es igualmente cierto que podemos llegar a estar entumecidos por nuestra vida cómoda. Nuestra prosperidad y quietud pueden hacernos caer en un adormecimiento, una especie de estupor narcótico, arrullándonos en la creencia que los días buenos nunca terminarán. Gradualmente cerramos nuestros oídos y corazones a la palabra de Dios y las advertencias de sus profetas. Así fue en Judá - y así es hoy en la iglesia. En cada caso, la gente regresa a sus casas y asuntos, pensando: "¿Cuán difíciles pueden llegar a ser las cosas? Nuestros líderes encontraran una solución. No hay porque excitarse por eso."

Pero la pasividad hacia la palabra de Dios abre la puerta a toda clase de falsas doctrinas. En Judá el pueblo eventualmente atendió y escuchó a los falsos profetas. Y lo mismo está sucediendo hoy en la iglesia. La gente está corriendo aquí y allá para recibir "palabras" de unos tales llamados profeta y evangelistas que se mueven en la carne. No obstante, mucho de lo que esos predicadores les dicen es absolutamente contrario a la Escritura. Y trágicamente, muchos creyentes bíblicamente analfabetos no pueden discernir las falsas enseñanzas, porque no conocen la palabra de Dios.

Estar perturbado significa "ser fuertemente trastornado, inquietado, molestado, confundido." Esto describe la reacción de Micaías, un oficial de la corte de Joacim. Micaías escuchó por casualidad el mensaje de Baruc en el ayuno - y tembló de terror. Este hombre era parte del grupo de inteligencia de Judá. Y rápidamente entendió que Baruc estaba hablando cosas que posiblemente nadie podría conocer a menos que fueran reveladas por Dios mismo.

Micaías se apresuró a ir a la corte del rey para compartir lo que había escuchado con los otros líderes. En paráfrasis, les dijo: "Caballeros, les tengo noticias perturbadoras. He oído la profecía de Jeremías, que está en concordancia con nuestra información. Después de todo, en todos estos años él ha estado diciendo la verdad. Los caldeos son muy poderosos para nosotros--no podemos ir contra ellos. Y ahora no podemos ignorarlo. Tenemos que escuchar esta palabra de Dios."

Los oficiales decidieron invitar a Baruc a una reunión secreta, donde él pudiera darles el resto de la historia. "…Y Baruc…tomó el rollo en su mano y vino a ellos." (Jeremías 36:14). Mientras Baruc empezó a leer en voz alta "cada uno se volvió espantado a su compañero" (v.16). La palabra "espantado" aquí significa "estremecido". Estos hombres literalmente temblaron cuando escucharon la palabra de Dios.

Este grupo de hombres reverentes representa el remanente santo de Dios. Mientras una multitud entera puede estar pasiva e inconmovible ante la palabra de Dios, aquellos que están apartados con el Señor tiemblan cuando oyen la terrible verdad.

Creo que Dios tiene un temeroso e influyente remanente escondido en esta hora final. Justo hace pocas semanas, recibí una palabra de un servicio de oración que tuvo lugar entre varios senadores de los Estados Unidos. Estos hombres y mujeres han oído mensajes proféticos acerca del juicio que viene y han temblado ante la palabra de Dios. Ahora ellos están expandiendo esa palabra, cuidadosa y juiciosamente, entre quienes tienen oídos para oír.

Doy gracias a Dios por todos los oidores perturbados - hombres y mujeres piadosos que aceptan la palabra del Señor y tiemblan ante ella.

Los hombres perturbados de la corte de Judá dijeron: "Sin duda, contaremos al rey todas estas palabras." (Jeremías 36:16). Se dirigieron al Rey Joacim, quien estaba en su casa de invierno con su personal, calentándose cerca del fuego. En tono grave estos temerosos piadosos dijeron al rey: "Una palabra trastornadora nos ha llegado a través del profeta Jeremías. El juicio está a la puerta. Todo ha sido escrito en el libro santo. Te rogamos que leas lo que dice."

El rey instruyó a su escriba Jehudí para que fuera a buscar el libro. No obstante, cuando Jehudí había leído tres o cuatro páginas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió…" (v.23). Los hombres llenos de temblor, estaban atónitos ante este acto tan descarado. La Biblia dice que ellos "rogaron al rey que no quemase aquel rollo, y no los quiso oír." (v.25). La Escritura agrega del personal del rey: "Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos siervos que oyeron todas estas palabras." (v.24).

En nuestra sociedad actual muchos jueces, políticos y poderes ateos manejan cortaplumas. Están listos para cortar y quemar la palabra de Dios fuera de su existencia. Pero esta gente nunca tendrá éxito. Cuando Baruc le dijo a Jeremías lo que el rey había hecho, el profeta simplemente instruyó a su siervo que escribiera otro rollo con las mismas profecías "…y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes." (v.32).

La palabra de Dios volvió con más poder que nunca. Verás, Jeremías sabía que nadie puede proscribir el libro de Dios. La China Comunista lo ha tratado, sin embargo ahora millones de Biblias son impresas allí. Las puertas de control de Albania han reventado. Hace unos años oficiales de ese lugar alardearon de haber quitado todas las Biblias del país. Pero hoy las iglesias se están expandiendo y las Biblias se distribuyen libremente.

La Biblia despreciada por el Rey Joacim representa una nueva generación criada bajo padres piadosos. A lo largo del camino, Joacim desarrolló sus propias ideas acerca de quien era Dios. Algo en su corazón no dejaba el espíritu del mundo y rechazó la palabra pura de Dios. Terminó cayendo en apostasía en medio de un gran avivamiento.

Esta clase de nuevos creyentes es vista hoy por todas partes. Este tipo de cristianos creció viendo grandes avivamientos y situándose bajo piadosas enseñanzas. No obstante, el espíritu del mundo los ha agarrado y son adictos al permisivo estilo de vida de la época. Por ejemplo, muchos rechazaron la música mundana cuando eran años más jóvenes. Y ahora se están mofando de los viejos himnos de sus padres. Esencialmente, han tomado un cortaplumas en sus manos, cortando esos cantos espirituales de sus vidas y sustituyéndolos por música carnal.

Ahora, como líderes adultos en el ministerio, estos cristianos han introducido cortaplumas en la casa de Dios. Han perdido todo temor santo, despreciando servicios guiados poderosamente por el Espíritu Santo. Se quejan acusando que los "viejos estilos" de adoración y predicación no son suficientemente contemporáneos. Esto ha conllevado a trágicos resultados. Un ministro amigo mío me llamó recientemente, afligido por su hijo adolescente. Este joven había caído en la bebida y en toda clase de problemas. Cuando el padre se sentó a conversar con su hijo, el niño le dijo que el pastor de los jóvenes le había dicho que la bebida estaba bien, que la Biblia realmente aprueba esto. Este joven ministro equivocado clamó "Vivimos en un tiempo de libertad, sin culpabilidad."

"Usted puede estar en la bebida y todavía servir a Jesús." ¡No! Ese pastor de jóvenes tomó un cortaplumas en su mano y he hizo trizas la palabra de Dios. Y en el proceso, casi destruye miserablemente al hijo de un ministro.

La Escritura dice: "No traspases (remuevas) los linderos antiguos que pusieron tus padres." (Proverbios 22:28). Sin embargo, los jóvenes Joaquínes en los púlpitos están removiendo esos linderos bíblicos a derecha e izquierda. Y están alejando sus ovejas de la pura palabra de Dios.

Por supuesto, no estoy acusando a toda la generación joven. Hay muchos jóvenes piadosos hoy, tanto hombres como mujeres, tanto en los púlpitos como en la industria de la música, que tiemblan ante la palabra de Dios. Deseo animar a toda esta gente joven: Conozcan la Palabra de Dios. No la sustituyan por lo que ustedes piensen que es lo correcto o sientan que es bueno. En cambio, arrojen toda cosa que es contraria a lo que dice la palabra de Dios. Entonces ustedes estarán bajo su gobierno total. Y el Señor les honrará con todo el poder y la autoridad del Evangelio.

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