Gobernado Por La Palabra De Dios
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6).
Isaías está hablando aquí de un Salvador - un maravilloso príncipe de Paz que viene a gobernar sobre un reino. Este reino debería formarse de un pueblo que se someta ampliamente a la suprema autoridad de este príncipe. Y el príncipe, así mismo, proveería a quienes gobierne consejo amoroso, guiando y dirigiendo sus vidas.
Por supuesto, el príncipe de quien Isaías habla aquí es Cristo. Verdaderamente el reino de Jesús ha llegado, existe en el corazón de su pueblo. Y el gobierno de toda la creación descansa en los hombros de nuestro maravilloso Salvador.
Isaías agrega: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán limite... sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.” (v.7). Desde ahora y hasta el fin del tiempo, Jesús está gobernando con orden divino sobre su reino. Ahora, si Cristo reina sobre su reino como la suprema autoridad y nosotros somos sus subordinados, nuestras vidas deben ser gobernadas por él. ¿Qué significa exactamente para nosotros ser gobernados por Jesús?
De acuerdo con el diccionario, gobernar significa “guiar, dirigir, controlar todas las acciones y conducta de quienes están bajo autoridad”. En cortas palabras, a Jesús se le debe permitir el control de nuestras acciones y comportamiento. Él debe guiar y dirigir diariamente nuestras vidas, incluyendo cada pensamiento, palabra y hecho.
Jesús también rige las naciones del mundo. La Biblia nos dice: “Él señorea con su poder para siempre; sus ojos atalayan sobre las naciones; los rebeldes no serán enaltecidos.” (Salmo 66:7). “El Señor estableció en los cielos su trono y su reino domina sobre todos.” (103:19). No sea necio - nuestro país no está gobernado por los republicanos, demócratas o cualquier otra autoridad humana. No está controlado por Wall Street o las grandes empresas de negocios. No hay ningún poder terrenal o sobrenatural que gobierne los Estados Unidos de América o cualquier otra nación. Solamente Dios está en el control. Él está sentado como Rey de reyes y Señor de señores, gobernando y reinando toda la creación desde su trono celestial.
Me divierto cada vez que escucho a los políticos alardear sobre el poder de nuestro país - cómo derribamos la Cortina de Hierro, cómo derrotamos al comunismo, cómo nos establecimos como la nación más poderosa sobre la tierra. No hicimos nada de esto. Todas las naciones, reyes, dictadores y presidentes del mundo no son más que una pizca de polvo ante los ojos de Dios. Nuestro Señor gobierna sobre todos ellos, quitando una autoridad y levantando otra.
“He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.” (Isaías 40:15,17).
Note aquí que Dios usa la imagen de una balanza o platillo de balanza. Él se sienta a un lado del platillo, mientras en el otro lado ubica a todas las naciones a través de la historia. Él dice: “Vamos - traten de medir mi poder contra el poder del mundo. Tomen todas las armas y armamentos de la humanidad, todos los ejércitos y las armadas de todas las naciones, y póngalos sobre la balanza. A mi lado, estas débiles cosas no son más que un montón de polvo." “El Señor desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.” (Isaías 52:10).
Recientemente, los líderes comunistas chinos han encarcelado miles de miembros de un culto religioso llamado “Falun Gong”. En el proceso, los oficiales chinos han encarcelado un considerable número de cristianos, confundiéndolos como de ese culto debido a sus actitudes pasivas y prácticas de adoración. Cuando empezó un clamor por esta injusticia, los líderes chinos pusieron oídos sordos.
Dios tiene noticias para el gobierno chino. Ellos pueden pensar que tienen la capacidad de proscribir a Jesús y controlar su reino - pero él ve su nación como mero polvo. Él hizo volar la Cortina de Hierro como a un montón de polvo y él puede hacer volar la “Cortina de Bambú” tan fácilmente como eso.
Yo creo que no pasará mucho tiempo para que el gobierno comunista de China sea historia. Dios abrirá las puertas de las prisiones, sacará a los líderes de la posición de autoridad, y establecerá su reino desde un extremo a otro de la nación. Millones de piadosos creyentes chinos estarán en condiciones de exclamar libremente: “¡Nuestro Dios reina!”
Por supuesto, necesitamos orar fervientemente en favor de nuestros hermanos y hermanas de China que son perseguidos. Pero debemos estar confiados que todavía Dios tiene el control de todas las naciones.
Hoy, por todo Estados Unidos de América vemos una pavorosa decadencia moral, el surgimiento del ocultismo, desenfrenadas desviaciones sexuales, impetuosas manifestaciones del ateísmo. Algunos cristianos temen que las hordas del infierno estén sobre nuestra nación estableciendo el reino de las tinieblas de Satanás.
No necesitamos inquietarnos. Isaías nos asegura, “Quebrantó el Señor el bastón de los impíos, el cetro de los señores... ¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones... Mas tu derribado eres hasta el Seol, a lo profundo de la fosa. Se inclinarán hacia ti los que te vean; te contemplarán diciendo: “Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos.” (Isaías 14:5, 12, 15-16).
Satanás puede estar teniendo ahora su día - sacudiendo naciones con un derramamiento de maldad, debilitando a multitudes con inmoralidad y lujuria. Pero todo eso va a cambiar en un solo momento, de acuerdo al tiempo de Dios. Aún ahora, el diablo y todos sus demonios están bajo el dedo de Dios. Ellos están limitados en poder, permitiéndoseles ir hasta cierto punto. Y a fin de cuentas, el reino de ellos es de “mero polvo”.
Ezequías declaró: “Oh, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.” (Isaías 37:16).
Sin embargo, Satanás trabaja sobre tiempo para convencernos que él gobierna sobre los reinos de la tierra. Él hasta trató de hacer esto con Jesús. Al tentar a Cristo, lo llevó a una montaña alta donde “le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré si postrado me adoras.” (Mateo 4:8,9).
Esta visión tuvo que ser alguna aparición conjurada de Satanás. Después de todo, nadie puede ver desde lo alto de una montaña toda la amplitud de un reino, mucho menos todos los reinos del mundo. La experiencia no impresionó a Jesús en lo más mínimo. Él era Dios encarnado, presente durante la creación - de modo que él sabia que Satanás no estaba en control. Por lo tanto, el mundo no le pertenecía al diablo para darlo. Esto fue una mentira, una ilusoria fantasía.
En realidad, Jesús sabía que Satanás gobierna solamente bajo permiso de Dios Todopoderoso. E incluso Cristo sabía el resultado del plan del Padre. En cuanto Dios terminara con el diablo, él enviaría a su ángel Miguel para tomarlo prisionero. Entonces el Señor mismo lanzaría a Satanás al infierno, junto con todos sus demonios y seguidores, y sellaría sus puertas por la eternidad.
Amados, nuestro Dios no esta ansioso en lo más mínimo por Satanás. Él no se está consumiendo por lo que vemos como una posesión malvada de nuestra nación. Con una sola palabra de la boca de nuestro Señor Satanás se irá para siempre, atormentado por la eternidad. Por lo tanto, no debemos temer al mal.
Jesús dijo, “... porque el reino de Dios está entre vosotros.” (Lucas 17:21). Y es dentro de este reino--el reino de nuestro corazón-- donde Cristo reina supremamente sobre su pueblo, guiándonos, sanándonos, gobernando nuestras acciones y conducta.
“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite.” (Isaías 9:7). Destaco anticipadamente que este versículo habla del reino sin fin de Jesús a través de la eternidad. Pero también tiene otro significado: Debemos siempre incrementar nuestra sumisión a la autoridad de nuestro rey.
¿Puede honestamente decir que día tras día el gobierno de Jesús se está incrementando sobre usted? ¿Está usted trayendo su conducta más y más bajo la autoridad de Jesús? O ¿está usted desafiando la autoridad de Jesús cuando ella choca con su carne?
Miremos ahora cómo Dios gobierna en su reino. Usted se preguntará: “Si Jesús está en el cielo a la mano derecha del padre y teniendo autoridad en todo, ¿cómo él va a gobernar su reino aquí en la tierra?”
Encontramos la respuesta en el libro de Hebreos. El autor nos dice que en el Antiguo Testamento Dios habló a su pueblo a través de sus profetas. Pero hoy el Señor ha elegido hablarnos a través de su Hijo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo.” (Hebreos 1:1,2). Jesús es el explícito mensaje de Dios para nosotros - la divina palabra hecha carne. A su vez, el Padre ha enviado a nosotros hoy el Espíritu Santo para recordarnos las palabras que Jesús habló mientras estuvo en la tierra. Por lo tanto, Jesús nos gobierna por la palabra de Dios escrita y revelada. La Biblia es el cetro de nuestro gobernante, por el que nos da a conocer su palabra.
La Escritura dice de Jesús, “el cual, siendo el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas por la palabra de su poder...”(v.3). “Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (4:12).
Si usted desea oír el testimonio de un hombre que fue gobernado por la palabra de Dios escrita, puede encontrarlo en el Salmo 119. David escribe:
“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.”(v.11). "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.”(v. 105). Por eso estime rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas y aborrecí todo camino de mentira.”(v.128). "Ordena mis pasos con tu palabra y ninguna maldad se enseñoree de mí.”(v.133). “Me regocijo en tu palabra...”(v.162). Todos sabemos los problemas que David experimentó en su vida. Pero aunque este hombre enfrentó tiempos de fallas y confusión, continuamente permitió ser gobernado por la palabra de Dios - y el Señor siempre volvió la vida de David al orden divino. David tropezó pero mantuvo su vida bajo la suprema autoridad de las Escrituras.
Hoy en día nuestra sociedad no tiene nada de esto. La Biblia ha empezado a ser objeto de mofa y de burla. Ha sido prohibida en nuestras escuelas, cortes y lugares públicos. Como resultado, los Estados Unidos de América no tienen una suprema autoridad. Nuestro estado es semejante a una nave a la deriva, sin ningún timón moral.
Pude concluir esto recientemente cuando fui requerido para un jurado. Durante el proceso de selección del jurado, un abogado me dijo lo siguiente: “Usted puede creer que cuando un testigo pone las manos sobre la Biblia y jura decir la verdad y agrega ‘que así Dios me ayude’, él está obligado hacerlo. Pero, ese juramento no obliga a nadie a decir la verdad. En efecto, esto no tiene significado.”
Hoy, el invocar en una corte de justicia la autoridad de la Biblia es un ejercicio vacío. Más aún, esto ha comenzado a ser ilegal. Considere el ejemplo de un juez cristiano en Alabama a quien se le ordenó remover de la pared de su sala de reunión una placa que tenía la inscripción de los diez mandamientos.
Una profesora escolar en el Bronx recientemente perdió su trabajo solamente por haber puesto la Biblia sobre su escritorio. Esta mujer legalmente pudo haber mostrado a sus estudiantes pornografía, el Corán o literatura de ocultismo. Pero nuestra sociedad se enfurece cuando la santa palabra de Dios es simplemente mencionada. (En contraste, si usted porta una Biblia en la Rusia de hoy día - ya sea por las calles o en los lugares oficiales del gobierno - la gente le pedirá si puede compartir una copia con ellos.)
Isaías escribe, “Él juzgará entre las naciones.” (Isaías 2:4). Usted no creerá que Dios juzgará a nuestra nación por la sangre derramada a través del aborto de 25 millones de criaturas. Pero la Biblia es muy clara en cuanto a este asunto de despreciar su palabra: “Porque este pueblo es rebelde, son hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley del Señor... Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos...” (Isaías 30:9,14).
La bolsa de valores de los Estados Unidos se puede remontar. Nuestro auge económico puede continuar por un tiempo. Pero Dios dice: “Si desprecias mi palabra, yo quebraré tus estructuras de la noche a la mañana. Yo quebrantaré la fuerza de esta nación de la misma manera como se quiebra el vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos”. El tiempo vendrá cuando el balón de la prosperidad reventará.
“...Que toda carne es hierba y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo... más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:6-8). Toda cosa en esta vida eventualmente se quemará y desaparecerá. La única cosa que permanece es la palabra de Dios.
Menos y menos cristianos están permitiendo que sus vidas sean gobernadas por la palabra de Dios. Este problema ha comenzado a ser como un espectáculo en la iglesia de hoy debido a que multitudes de cristianos ya no están dispuestos a sentarse en la casa de Dios para oír predicada sana doctrina. Se sienten aburridos, desean entretenimiento y solamente diez minutos de sermón.
Esta clase de cristianos está edificando su casa sobre la arena, sin un fundamento real. Han permanecido años en la iglesia, pero conocen muy poco de la palabra de Dios. Por esto muchas personas terminan viajando a través del país buscando “una palabra de Dios” por medio de un celebrado profeta.
Deseo dar aquí una advertencia muy fuerte: Una considerable cantidad de estos cristianos ha caído en una grave decepción. Han sido engañados por palabras halagüeñas de falsos profetas que no hablan según el entendimiento de Dios, sino según el modo de pensar de ellos. Estos llamados profetas no son más que adivinos carismáticos. Y muchos de ellos son videntes, hablando con espíritu de adivinación.
¿Cómo un creyente llega al punto de caer en tal engaño? Considere al cristiano que oye la palabra de Dios predicada claramente. La palabra empieza a convencerle - sin embargo rápidamente la rechaza. ¿Por qué? Tiene un sueño, una ambición que no está dispuesto a traer bajo sujeción a la palabra de Dios. Él desea hacer o ser algo grande y no quiere poner su sueño en peligro.
Así que en cambio, esta persona va a una reunión con el propósito de recibir una “palabra” de un profeta. Él está conmovido cuando el profeta le dice cosas de su vida que a nadie le sería posible conocer. Entonces el profeta empieza a decirle cosas maravillosas acerca de su futuro.
Este cristiano no discernirá si esa palabra profética está en conformidad con la palabra de Dios debido a que él no conoce las Escrituras. Así que ahora pone su vida en juego por la palabra de un hombre. Y el hecho es que la palabra del tal llamado profeta nunca sucederá. Ese cristiano entonces cae bajo una ilusión, creyendo una mentira como si fuera la verdad porque no conoce la diferencia.
Es peligroso buscar dirección de parte de alguien cuya vida usted no conoce. Ezequiel advierte de lo que sucederá a muchos: “...Así ha dicho Jehová, el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos... ya que se han apartado de mi todos ellos por sus ídolos.” (Ezequiel14:4-5).
La palabra de Dios condena cada ambición carnal. Y su Espíritu es fiel para revelarle cada lujuria escondida que está en lo secreto. Pero si usted rechaza ponerse bajo la suprema autoridad de su palabra, él establece muy claramente: “Si va a alguien quien es conocido por dar palabras y usted no está viviendo bajo el gobierno de mi palabra, yo permitiré que le hable como a un idólatra. De hecho, yo permitiré que la voz de ese falso profeta hable directamente a su idolatría.”
“Porque cualquier hombre de la casa de Israel... que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y que hubiere puesto sus ídolos en su corazón... yo Jehová le responderé por mí mismo; y pondré mi rostro contra aquel hombre... Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta. ...Y llevarán ambos el castigo de su maldad; como la maldad del que consultare, así será la maldad del profeta.” (Ezequiel 14:7, 9-10).
Vemos un ejemplo de esto en la vida del malvado rey Acab. Cuando Acab pidió a sus profetas que le trajeran una palabra del Señor, esos falsos videntes le dieron solamente palabras halagüeñas. Hablaron directamente a la ambición que había en el corazón de Acab, reforzando su orgullo, lujuria y ambición.
La Escritura nos dice algo pavoroso de esta escena: “Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti.” (1 Reyes 22:23). De hecho, un espíritu se paró en el cielo ante el Señor y dijo: “Yo los persuadiré... Iré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” (vs.22-23).
Un hermano con discernimiento escribió a nuestro ministerio: “Si un profeta más viene a mí con ‘una palabra de Dios’, vomitaré. Ya me han dado cientos de esta clase de palabras y ninguna de ellas ha acontecido. Esto es ridículo”.
Pablo nos advierte que en los últimos días: “...Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2 Tesalonicenses 2:11-12). ¿Cuál es la mentira a la cual Pablo se refiere? Es el engaño de que el Anticristo será el libertador de la humanidad. Usted puede preguntarse: “¿Cómo podría un cristiano estar tan engañado que llegue a creer que el Anticristo es el Mesías? Pablo da la razón en el versículo previo: estos creyentes “...no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” (v.10).
Esta clase de cristianos ignora la palabra de Dios, descuidando ponerse bajo el gobierno de su autoridad. Por lo tanto, se exponen a toda clase de decepción y son fácilmente llevados por cualquier viento u ola de doctrina. Un ministro, a quien respeto profundamente, cree que los cristianos engañados pueden ser la fuerza que traiga al Anticristo al poder.
Yo creo que usted puede ver rápidamente si un cristiano no tiene discernimiento. Digamos que usted reúne un grupo de creyentes, escogidos casualmente, para mirar un video de una reunión donde toman lugar fantásticas manifestaciones. Las cosas en el video son necias, disparatadas, alocadas, algunas casi bordeando lo inmoral.
De inmediato, las personas que están arraigadas en las Escrituras moverán sus cabezas en demostración negativa. Quizás empiecen a llorar o a levantarse y salir de la sala. Pero aquellos que han descuidado la palabra de Dios aplaudieran lo que ven. Pensarán que todas las manifestaciones no bíblicas son obra del Espíritu Santo, diciendo: “¿No es maravilloso?” Sin embargo, aquellos que están fundados en la Palabra de Dios pueden discernir inmediatamente las verdaderas manifestaciones.
Fui impactado por el anuncio en un diario que alguien envió a nuestro ministerio. Decía: “Esta no es la iglesia de su madre. Los servicios son limitados a 45 minutos. Nuestra meta es hacerlo feliz. Venga vestido de sport o casual. Tendremos las últimas estadísticas del juego de fútbol.”
Le pregunto: ¿cuán literalmente bíblica será esa congregación después de cinco años si la única palabra que escuchan los domingos es una lectura de 10 minutos, acerca de las bondades humanas? ¿Cómo podrán probar cualquier cosa por la Palabra de Dios si ellos nunca aprendieron lo que ella dice?
No debemos desear ser gobernados por ninguna otra voz que no sea la que se encuentra en la Biblia. No podemos confiar ni en la más dulce voz interna que podamos escuchar. Pablo dice que si un ángel nos trae una palabra que es contraria a las Escrituras, debemos rechazarlo. Me adhiero a esta actitud especialmente en mi papel como consejero pastoral. La Biblia es mi único manual. Así que, cuando una pareja viene a mí buscando consejo, les pregunto: “Primero, ¿creen que la Biblia es la palabra final en todo lo que conversaremos? Y segundo, ¿se someterán a todo lo que ella dice? ¿Renunciarán a sus propios sentimientos para hacer los mandamientos de Dios?”
El Señor promete: “...pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Isaías 66:2). La palabra “temblar” en hebreo aquí significa “estremecerse” o "sacudirse."
En unos pocos minutos sé cuál es el cónyuge que está en sujeción a la palabra de Dios y cuál no. He tenido el gozo de ver a un esposo o esposa empezar a llorar cuando la Escritura expone su condición. Los he visto temblar, restregar sus manos, derramar un mar de lágrimas - todo porque la palabra les ha convencido. Cuando eso sucede, sé que ha empezado el proceso de sanidad.
Pero esta clase de quebrantamiento debe tomar lugar en ambas partes. Si veo que un cónyuge arruga las cejas o endurece su cuerpo en resistencia a lo que dice la palabra de Dios, sé que la cosa se pondrá peor. Y el que no se somete a la Escritura precipitará el divorcio, haciendo que la reconciliación se vuelva imposible.
Las Escrituras son abundantemente claras en esto: Cuando usted se somete la santa palabra de Dios, él llena su vida con gozo. “Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra... él se mostrará para alegría vuestra...” (Isaías 66:5).
Finalmente Santiago escribe: “...Recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas... Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:21,25).
Permita a su rey, Jesús, que gobierne su vida a través de su palabra. Entonces su vida será verdaderamente bendecida y llena de su gozo.