Gracia para tu Sufrimiento
La gracia a menudo se ha definido como, simplemente, el favor inmerecido y la bendición de Dios. Sin embargo, creo que la gracia es mucho más que esto. Es todo lo que Cristo es para nosotros en nuestros tiempos de sufrimiento (fuerza, poder, bondad, misericordia y amor) para poder atravesar nuestras aflicciones y pruebas.
Jesús dice que la lluvia cae sobre los justos y los injustos (ver Mateo 5:45), refiriéndose a los problemas de la vida, como problemas matrimoniales, preocupaciones por los hijos, presiones financieras, enfermedades. Y los justos pueden luchar contra el orgullo, la depresión y el temor, los sentimientos de insuficiencia, la opresión del enemigo.
Puedes preguntarte por qué sufren las naciones, por qué hay tanta hambruna, peste, inundaciones, enfermedades y destrucción. Las Escrituras dan luz sobre los sufrimientos del mundo a través de su representación del pueblo de Dios, el antiguo Israel. Esa nación sufrió calamidades similares: holocaustos, cautiverio, colapso económico, enfermedades extrañas. A veces los sufrimientos de Israel eran tan horribles que incluso sus enemigos los compadecían.
¿Por qué Israel sufrió cosas tan terribles? Las Escrituras dejan claro en cada caso que fue porque abandonaron a Dios y se volvieron a la idolatría (ver Deuteronomio 4:25-28). Sin embargo, es importante tener en cuenta que, junto con cada juicio justo sobre Israel, se produjeron manifestaciones de gracia divina para preservar un remanente piadoso y cumplir su propósito divino a través de ellos a pesar de sus fracasos (ver 4:29-30).
Aunque la razón de nuestras pruebas puede seguir siendo un misterio, debemos estar preparados para aceptarlas hasta que Jesús venga por nosotros. No habrá un final para ellas, por lo que el creyente sabio debe determinar en su corazón conocer a Jesús más íntimamente y buscarlo como nunca antes.
Algún día en la gloria, nuestro Padre celestial nos revelará el hermoso plan que tenía para nosotros mientras pasábamos por tiempos difíciles. Él nos mostrará cómo obtuvimos paciencia a través de todas nuestras pruebas; cómo aprendimos compasión por los demás; cómo su poder se perfeccionó en nuestra debilidad; cómo aprendimos su total fidelidad hacia nosotros; cómo nos volvimos más como él, nuestro precioso Señor y Salvador. Y hasta el día en que lo encontremos cara a cara, nuestro amoroso Padre celestial dice: “¡Tengo toda la gracia que necesitas para vencer!”