Guardados por el Poder de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Hay una emocionante historia del Antiguo Testamento que ilustra de la mejor manera, lo que significa ser guardado por el poder de Dios. La encontramos en 2 Reyes 6.

Ben-adad, rey de Siria, declaró la guerra a Israel y marchó contra ellos con un gran ejército. A medida que sus fuerzas avanzaban, a menudo convocaba a su consejo de guerra a sus cámaras privadas para planificar la estrategia del día siguiente. Pero el profeta Eliseo, movido por el Espíritu Santo, continuaba enviando mensajes al rey de Israel, detallando cada movimiento de las tropas enemigas. En varias ocasiones, los israelitas escaparon de la derrota debido a las advertencias de Eliseo.

Ben-adad estaba furioso y convocó a todos sus criados. “¡Muéstrenme a este traidor! ¿Quién está revelando nuestros planes al rey de Israel?” Uno de sus sirvientes dijo: “No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas” (2 Reyes 6:12).

Ben-adad envió inmediatamente fuerzas para capturar a Eliseo. Fueron a Dotán de noche y rodearon la ciudad, con la intención de tomar por sorpresa al viejo profeta. Pero el criado de Eliseo se despertó temprano y vio que había un “ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros”. Aterrorizado, corrió hacia Eliseo y le preguntó qué debían hacer. “[Eliseo] le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:16-17).

Eliseo, así como el salmista, pudo estar en medio de la crisis y decir con absoluta seguridad: “No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí” (Salmos 3:6).

Que tu oración sea la de Eliseo: “Señor, abre mis ojos para que pueda ver las montañas llenas de caballos y carros de fuego, ¡el Señor de los ejércitos!” ¡Amado, hay esperanza! El Señor de los ejércitos está con nosotros. Sólo él es nuestro guardador. Él no dejará que sus hijos resbalen o caigan. Estamos sostenidos en la palma de su mano. Ten la seguridad de que él está contigo para protegerte, guiarte y refrescarte de una manera nueva hoy.

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