Haciendo las Obras de Jesús
Un nuevo llamado para recibir el Bautismo de amor de Dios
Esta primavera, estaba en un hotel en Amman, Jordania, cuando tuve una experiencia que me cambió profundamente. He escrito consejos sobre esta experiencia anteriormente, pero nunca la había compartido en su totalidad. Ahora lo hago porque tiene mucho que ver con nuestra visión en World Challenge y nuestra colaboración contigo al servir a Jesús.
Estuve en Jordania para dirigir una serie de conferencias internacionales de pastores. Este fue el final de un largo viaje por varios países en Medio Oriente y Europa. Una noche en Ammán, después de varios días ministrando, estaba reflexionando sobre el día—y el Señor me abrió los ojos a una cosa.
Cada mañana un conductor me recogía en el hotel y me llevaba a la conferencia, donde dirigía una sesión matutina para los pastores de la región. Cuando terminaba la sesión, me llevaba de vuelta al hotel, donde almorzaba y me preparaba para la próxima reunión. Luego, en la tarde, me llevaba de regreso para dirigir otra sesión. Esta rutina se repetía para la sesión de la noche también. Entre reuniones, me reunía con pastores y oraba con ellos. Cuando terminaba la conferencia, nuestro equipo viajaba a la siguiente ciudad, donde repetiríamos la misma rutina.
Reflexionando sobre esto, mi corazón se despertó: había millones de personas en este país fuertemente musulmán que nunca habían escuchado el nombre de Jesús. Pasé junto a muchos de ellos todos los días: botones, conserjes, conductores, camareros, tenderos, hombres de negocios, personas en la calle. Sin embargo, el único lugar donde hablé de Jesús fue para los pastores, es decir, personas que ya lo conocían. Escuché la voz del Señor que me decía: "Gary, ¿me llevas a donde sea que vayas?”
Verás, siempre me he considerado un maestro, no un evangelista—y le recordé esto al Seño. “Señor, conoces mis dones y mis debilidades,” oré. “No soy del tipo atrevido que habla a cualquiera en su cara, soy un introvertido que le gusta pasar tiempo solo. Simplemente no me equipaste de esa manera.” Pero su Espíritu me recordó: "Tu vida en Cristo no sucede cuando te reúnes con los pastores. No hay tiempo de inicio o término. Tu ministerio es con todos los que conoces.”
A lo largo de los evangelios y el libro de los Hechos, Jesús nos dice que vayamos a todo el mundo predicando su evangelio, sanando a los enfermos y proclamando que el reino de Dios se ha acercado. Cuando dice "todo el mundo,” eso incluye nuestro mundo cotidiano. Pero, sinceramente, nunca he entendido cómo vivir ese tipo de estilo de vida sobrenatural. Nunca he sido el tipo de hombre como los del Libro de los Hechos.
El Señor debe haber leído mis pensamientos porque susurró: "Soy el Único que te hace un hombre como los del libro de Hechos. Y sé lo que necesitas, Gary: un bautismo fresco de mi amor. Si no amas a la gente, 'harás' mi evangelio por obligación. Y así nunca lograrás hacer el trabajo de mi reino. Solo un nuevo llenado de mi Espíritu puede hacer eso.”
De repente, sentí una profunda convicción—y no era un sentimiento negativo. Era todo lo contrario: me sentía emocionado. La verdad es que estaba cansado de ser retraído, reservado y temeroso como testigo de Jesús. Siempre me había sentido frustrado al leer acerca de las obras milagrosas de Dios en las Escrituras y, sin embargo, no participar en esas obras como su discípulo. Ese momento en el hotel fue crucial para mí. Ya no podría solo leer acerca de cómo Jesús trajo su reino a la tierra y yo no participar. Él me estaban llamando a vivirlo.
Conozco a muchos seguidores de Cristo que viven con la misma frustración que yo sentí.
Muchos de nosotros vamos con Jesús cuando estamos en la iglesia pero no tanto cuando vivimos nuestra vida cotidiana. Oramos por los enfermos y pedimos a las personas que reciban a Cristo en los servicios de la iglesia. ¿Qué tal sería vivir como Jesús, hacer el bien, curar, liberar a los cautivos y llevar las buenas nuevas todos los días y en todas partes a todos? Llevamos a Jesús a nuestras reuniones de grupo y conferencias cristianas, donde lo profesamos en medio de una comunidad segura y solidaria. Pero gran parte del resto del tiempo lo mantenemos escondido en nuestros corazones. En el fondo, para muchos de nosotros, eso no está bien. Y no debería.
Cuando consideramos nuestros estilos de vida como seguidores de Jesús, la mayoría no se ajustan al modelo del Nuevo Testamento. Cristo envió a sus 12 discípulos para proclamar las buenas nuevas, sanar a los enfermos y estar dispuestos a traer su reino a la tierra. Más tarde, envió a 70 discípulos con las mismas instrucciones. Él bautizó a 120 personas y los envió a hacer lo mismo. Finalmente, después de su Resurrección, dio esta comisión a 500 personas que lo vieron. Jesús les dijo a cada uno de estos grupos: "Todo lo que les he enseñado a hacer—predicar el evangelio, sanar a los afligidos y traer mi reino—deben hacerlo en mi nombre. Ahora vayan a todo el mundo y hagan lo que les he mandado. Les proporcionaré todo el poder que necesitan para ser mis testigos.”
Ese es el modelo del Nuevo Testamento. Pero la brecha entre eso y la forma en que vivimos nuestra fe es enorme. En un extremo está el poder de Dios para hacer maravillas, y en el otro extremo está nuestro estilo de vida. Esa noche en el hotel, el Espíritu Santo me obligó a cerrar la brecha. Entonces, ¿cómo estas dos realidades distantes se convierten en una?
Esto sucede a través de un bautismo de mi amor, escuché decir al Señor. Cuando Dios envía a la gente por nuestro camino, nuestro papel no es "dirigirlos" hacia el evangelismo, es amarlos con su poderoso amor, intenso y hacedor de maravillas.
“Está bien, Señor, estoy listo,” oré. "Quiero un nuevo bautismo de tu amor. ¿Debo reservar un tiempo para orar por esto? ¿O debería ayunar?”
“No,” fue la respuesta. "Lo acabo de hacer en ti. Yo te bauticé en mi amor.”
Estaba desconcertado. "No sentí nada” oré. "No, pero observa,” dijo el Señor. "Como dice mi Palabra, mi poder vendrá sobre ti, y tú serás mi testigo.”
Cualquier forma que yo imaginaba que Dios me usaría, parecía completamente antinatural para lo que soy.
No podía imaginarme como un evangelista super dotado. Pero sé que Dios es bueno, y lo que finalmente sucedió no fue nada como lo que esperaba. Al día siguiente, conocí a un hombre joven e inmediatamente le pregunté: "Disculpe, solo quiero decir—¿sabe que Jesús lo ama?”
No podía creer lo que salió de mi boca. También debió de sorprenderse, porque respondió simplemente: "Hm.” Cuando bajó en otro piso, tuve la fugaz idea de que me había confundido haciendo lo que Dios quería. Pero escuché una palabra tranquilizadora en mi corazón: "Eso es exactamente lo que quería que dijeras.”
En todos los otros países que visitamos en ese viaje, tuve experiencias similares con respuestas similares. Pero también vi otro tipo de respuesta—del tipo que ocurre cuando los corazones de las personas están preparados para ser tocados por Jesús. En Bosnia, un pastor y yo estábamos saliendo de un café cuando vimos a un veterano militar en una silla de ruedas, mendigando. Había perdido una pierna en la guerra civil, y le dolía la otra pierna. "También debo perder esta extremidad,” nos dijo. "Está ardiendo, y apenas soporto estar aquí afuera.”
Pregunté si podríamos orar por él. Como muchas personas a las que me acerco, parecía escéptico pero también parecía tener una esperanza anhelante. Mientras oramos, su expresión se suavizó. "Mi pierna se siente mejor,” dijo. "Es genial, ya no arde.” Le dije: "Jesús hizo eso.” “¿Jesús?” Dijo. "Acabo de ver un video que alguien me dio llamado 'The Jesus Movie.' ¿Quieres decir que no es solo histórico? No sabía que todavía estaba vivo hoy.”
Sí, Jesús está muy vivo hoy— y está trayendo su reino aquí en la tierra, como lo hizo con ese veterano que sufría. Cristo nunca ha cambiado desde que le encargó a su iglesia llevar el evangelio a un mundo perdido y herido. Sin embargo, algo ha cambiado: yo. He visto de primera mano que llegar a la gente con amor no es un deber trabajoso y—más bien es emocionante, aventurero y divertido. Y es una realidad pensada para todos nosotros, desde el predicador más dotado hasta el introvertido más tímido. Fue un estilo de vida para los seguidores de Jesús del primer siglo, y debe ser nuestro hoy.
Todavía estaba aprendiendo esto en el vuelo a casa. Exhausto después de ministrar en cinco países, pensé: "Estoy contento de haber terminado con ese tipo de evangelismo por un tiempo.” Inmediatamente sentí un impulso del Espíritu Santo: "Te dije que no es 'hacer' para ministerio. Estás recién comenzando.”
Nosotros no “hacemos” el ministerio; “somos” ministros—y llevamos con nosotros la presencia y las maravillas de Cristo a todas partes.
Mi esposa Kelly y yo continuamos con este estilo de vida después de regresar. El primer día que volví, sentí la necesidad de preguntarle a una joven ensacadora de supermercado si podría orar por ella por cualquier cosa. Sus ojos se llenaron de lágrimas. "Sí, estoy teniendo problemas con mi madre. ¿Cómo lo supiste?” Dijo ella. Después de esto, Nicky Cruz y yo oramos por una camarera que fue diagnosticada con cáncer de páncreas. Dos semanas más tarde, cuando Kelly y yo volvimos al restaurante, la camarera nos dijo que acababa de ver a sus doctores—y que habían declarado que no tenía cáncer. En un restaurante de Nueva York, hablamos con un camarero acerca de Jesús, y un camarero diferente se acercó a nosotros pidiéndonos oración. En otra ocasión, me vi obligado a preguntarle a una mujer en un centro comercial si tenía migrañas. Asombrada, ella respondió: "Sí, son terribles. ¿Puedes ayudarme?” Oramos por su curación.
Kelly y yo hemos visto a Jesús tocar a personas en restaurantes, en centros comerciales, en las calles—sanando a algunos, salvando a otros y revelando su amor a todos. En un momento comenzamos a llevar un diario de todas las personas con las que hemos orado, y suman cientos. Hacemos nuestro mayor esfuerzo para seguir con ellos, al igual que lo hicimos con la camarera que fue sanada de cáncer. Más de un centenar de personas han visto respuestas a sus oraciones: aprobar exámenes universitarios después de fracasar, perdonar a personas que odiaban, sanarse de enfermedades dolorosas. Las vidas de estas personas están siendo cambiadas no solo porque Dios responde sus oraciones, sino porque experimentan el increíble amor que hay detrás de sus obras sobrenaturales.
Mi propia vida está revolucionada por un simple pero extraordinario bautismo de amor. Las cosas que fueron imposibles para mí toda mi vida han sido posibles gracias a Dios y su poder solamente. Nunca pensé que detendría a nadie para preguntar si podía orar por ellos, mucho menos para discernir que sufren de migrañas. Las percepción que me ha dado a través de estas experiencias han sido invaluables. Lo más importante, cuando pregunto hoy, "¿Qué nos impide hacer las obras de Jesús?” Sé la respuesta: Necesitamos un bautismo de su amor.
Aprendí que hay una barrera más que cualquier otra que nos impide amar audazmente como lo hizo Jesús; es miedo. Cuando nos imaginamos haciendo las obras de Jesús, le tememos a las personas, a lo que podrían pensar y a equivocarnos. El apóstol Juan se dirige directamente a esto: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. Porque el temor tiene que ver con el castigo, y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18).
El miedo es por lo que muchos de nosotros dudamos para orar por la sanidad de alguien. Pensamos: "¿Qué pasa si oro por alguien y Dios no los sana?” Puedo responder con seguridad: si alguien por quien oramos no es sanado, aún sabrán que son amados. Ese ha sido el caso con tantas personas por las que he orado durante estos últimos meses. El veterano bosnio con el que oré no se levantó de su silla de ruedas, pero sí sintió el amor de Dios cuando puse mi brazo alrededor de su hombro y dije: "Jesús te ama, y yo también.”
Ser liberados de nuestros miedos trae cambios increíbles.
Pablo enumera los dones que vienen cuando eres liberado del temor: "Porque Dios no nos ha dado espíritu de temor, sino de poder y de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). La libertad del miedo nos permite pensar claramente en todos los niveles. Estamos totalmente libres de las acusaciones de Satanás. Somos capaces de sentir el amor inmenso y misericordioso del Padre por nosotros. Y, lo más sorprendente, podemos pensar con la mente de Cristo mismo. Así podemos discernir cuando alguien necesita oración, un toque sanador o un acto de ternura. Su luz se enciende en nuestras mentes y sabemos cómo movernos hacia adelante en amor.
Nada en nuestra capacidad humana puede llenarnos de un espíritu de poder y amor y dominio propio. Estos son regalos de Dios, y él los da a todos los que se los piden. Cuando él nos libera del temor, nos sentimos libres para amar a las personas con su amor y para atender sus necesidades más profundas. Y puedo testificar con confianza de los cientos de encuentros que tuve con personas en los últimos meses: su amor lo cambia todo.
Sin embargo, curiosamente, muchos de nosotros buscamos un estilo de vida cristiano diferente. Pasamos nuestros días tratando de aprender más, capacitarnos más y obtener más información, en resumen, para tener un gran conocimiento intelectual. Estamos "siempre aprendiendo y nunca podemos llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:7). Llegar a la verdad significa vivir, no tener más y más conocimiento en la cabeza. Significa experimentar y poner en práctica lo que hemos aprendido sobre el poder y el amor de Dios.
En este sentido, somos como los discípulos que le preguntaron a Jesús: "Aumenta nuestra fe.” Fíjate cómo les contestó: "Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este árbol, ‘Desarraigate y plantate en el mar,’ y les obedecería” (Lucas 17:6). La clave aquí es que si crees, comenzarías a decir con fe a los enfermos: "Sé sano,” dirías a los perdidos: "Ven a conocer a Jesús,” dirías a los quebrantados de corazón: "Recibe consuelo,” dirías a los que andan en tinieblas," Vuélvete a la luz.” Lo importante aquí no es solo tener más fe, sino actuar en la fe. Su mensaje fue claro: los discípulos no necesitaban más fe. Necesitaban actuar según la fe que tenían. Como ellos, necesitamos tomar el vasto conocimiento que absorbemos de Dios y moverlo desde nuestras cabezas hacia nuestros corazones bautizados por el amor.
Comparto este mensaje contigo en parte para decirte cómo afecta nuestra visión del ministerio en World Challenge.
Desde su fundación, la misión de World Challenge ha sido alcanzar a los perdidos, los que sufren y los abatidos con las buenas nuevas de Jesús. Todo comenzó hace casi sesenta años al mostrar el amor de Dios a los adolescentes que fueron maltratados y rechazados por la sociedad; al brindar sanidad sobrenatural a los adictos a la heroína cuando no existía cura médica; y al proclamar la llegada del reino de Dios en áreas violentas de la ciudad de Nueva York que la policía había desechado como territorio de pandillas.
Nuestro ADN se ha mantenido igual a lo largo de las décadas. Todos nuestros ministerios encajan bajo el paraguas de la comisión de Jesús a sus seguidores—predicar las buenas nuevas, ofrecer sanidad y proclamar el reino de Dios en la tierra. Todavía evangelizamos, todavía oramos para que las personas sean sanadas y liberadas. Y World Poverty Solutions—nuestro alcance integral a toda la comunidad para las personas más necesitadas del mundo—es una imagen a largo plazo del reino de Dios que llena la tierra con sus bendiciones.
Por lo general, en la última página, incluimos un informe mensual de misiones. Este mes, TÚ eres nuestro informe de misiones. Mi propósito principal en este boletín fuera de lo común es "impartirle un don espiritual" a los creyentes que, como yo, están hambrientos de algo más que los sermones y los servicios de la iglesia. A ti que quieres vivir las obras de Jesús fuera de las cuatro paredes de la iglesia. Creo que esta impartición conmoverá tu corazón y lo llenará con su bautismo de amor, que no solo leerás los informes de misiones de varios ministerios, sino que te convertirás en tu propio informe de misión. Quizás incluso nos escribas y nos cuentes tu historia de un nuevo bautismo y cómo te está afectando a ti y al mundo que te rodea. Estaremos bendecidos de colaborar contigo para hacer las obras de Jesús—predicando buenas nuevas, ofreciendo sanidad y proclamando que su reino ha llegado.
Es nuestro privilegio servirte con estos mensajes escritos para ayudarte a estar a la altura de la comisión de Jesús en tu vida. Este mensaje está destinado a transformarte para que tu vida camine en su amor—como testigo fiel, para servir como un recipiente de sus gloriosas obras, para participar en el cuerpo de tu iglesia local y su misión. Además, este próximo año compartiremos contigo varias oportunidades para el ministerio práctico con World Challenge en los Estados Unidos y otras partes del mundo. Pero por ahora, este mensaje es para ti. Esta es una llamada directa para elevarse a las obras de Jesús.
Puedo decirte de primera mano que Dios usa a la persona menos probable para hacer su trabajo en el reino, porque yo soy el evangelista más improbable del mundo. Y he sido cambiado por su diseño soberano. Sí, todavía soy maestro y me encanta pasar horas estudiando su Palabra. Pero ahora paso ese tiempo sin intentar resolver misterios teológicos, sino maravillándome con el amor de Jesús para compartirlo con el mundo. El versículo en el que he aterrizado durante esta temporada increíble es Hechos 10:38: "Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder. Él anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (énfasis mío).
Amigo, Dios está contigo en todo momento. Y si él está contigo, ¿quién puede estar en contra de ti? Te pido que te unas a nosotros en hacer las obras de Jesús de todo corazón el próximo año. Para hacerlo, puedes recibir de tu Padre celestial un nuevo bautismo de amor. ¡Estamos orando por ti!