HAY SANIDAD EN TUS LÁGRIMAS
¿Estás en un lugar aterrador en este momento? ¿Te sientes desesperanzado, vacío, despojado por completo? Te digo que tu prueba pasará, pero ¿qué espera Dios de ti ahora, en medio de esto?
Quizás estás sufriendo, angustiado por una lucha que parece no terminar. Estás postrado, más desanimado que nunca. Quizás tus amigos te dicen: “No llores ni te lamentes. Eso no es mostrar fe”. Pero la verdad es que, si tienes fe, puedes llorar. No puedes evitar tu dolor; de hecho, hay poder sanador en tus lágrimas. Tu luto no tiene nada que ver con el hecho de que confíes o no en la Palabra de Dios.
A veces, tal vez te preguntes: “Señor, ¿qué hice mal? ¿Es este tu juicio sobre mí?” Incluso puedes sentirte con deseos de confrontarlo, clamando: “¿Por qué dejaste que esto sucediera?” Te digo, Dios te da tiempo para esas preguntas. Él permite que tu carne haga sus rabietas.
Finalmente, el Señor se acerca a ti y te dice: “Tú tienes derecho a todos tus sentimientos, pero no tienes ninguna razón para acusarme o dudar de mí. Yo te he hecho una promesa. De hecho, te he dado todo lo que necesitas. Debes tomar esa promesa ahora. Si lo haces, mi Palabra cobrará vida en ti y te traerá una sanidad mayor que cualquier medicina, más poderosa que cualquier río de lágrimas”.
A lo largo de la Biblia, encontramos hombres y mujeres piadosos que han pasado por profundos temblores de alma y del espíritu. Una y otra vez, el salmista pregunta: “¿Por qué te abates, oh alma mía?” (Salmos 42:5). También en 43:6 y 11 y en el Salmo 43:5, vemos un sentimiento similar.
El Señor entiende tus tiempos de confusión y duda y está esperando que lo mires a él y confíes en él. “Has llorado todo lo que has podido; y ahora quiero que confíes en mí. Vuelve a mi Palabra y haré que tengas victoria”. Confía en sus promesas y permite que él se convierta en el gozo de tu vida.