Irrumpiendo a Través de la Insensibilidad
La iglesia primitiva no sólo enfrentó la tentación de volverse insensible a las perversiones del mundo que la rodeaba, sino que también enfrentó la posibilidad de volverse insensible para con Dios. Ellos podían continuar con las formas, cantar sus canciones, predicar sus sermones, dar sus diezmos y ofrendas, comer juntos, pero la presencia de Dios podía seguir ausente en sus asambleas.
El aspecto más aterrador de esto es que puede suceder y apenas ser notado. Si tú conoces la historia de tu iglesia, sabrás que hubo un silencio de 400 años entre el libro de Malaquías, los profetas menores y el libro de Mateo.
Hubo una larga temporada en la que Dios parecía estar en silencio y las ventanas del cielo parecían cerradas; y la iglesia simplemente continuaba con las formas. Por fuera, ellos tenían una religión fuerte. Parecían muy fieles y piadosos, pero les faltaba el corazón y lo que realmente significaba ser un seguidor de Dios. Luego vino Cristo, Dios encarnado entre la humanidad, y muchos de ellos también se lo perdieron.
Pero algunos de ellos fueron al Aposento Alto y esperaron que el poder de Dios descendiera; y vino en forma del Espíritu Santo y lenguas de fuego. Estos creyentes ungidos irrumpieron en escena.
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4); y los que los oyeron dijeron: “Les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” (Hechos 2:11).
En medio de una cultura quebrada y una iglesia muerta, el Espíritu comenzó a moverse. Es en medio de la hora más oscura que el Espíritu Santo hace brillar su luz más brillante. De repente, hubo una tercera opción. Tú podrías ser parte de un grupo de personas que marcarán una diferencia notable en el mundo.