LA FE CRECE EN LA PRESENCIA DE DIOS
Jesús hizo una pregunta en Lucas 18:8: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Siempre me he hecho preguntas respecto a este asunto. ¿Qué quiso decir el Señor? Al mirar hoy a la Iglesia, creo que ninguna otra generación ha estado más enfocada en la fe que la nuestra.
Todos parecen estar hablando sobre la fe; seminarios y conferencias sobre la fe se llevan a cabo en todo el país; libros sobre este asunto llenan los estantes de las librerías cristianas. Tenemos predicadores de fe, maestros de fe, movimientos de fe, incluso iglesias de fe. Sin embargo, tristemente, no todo lo que la mayoría de las personas considera como fe, hoy en día, es fe y Dios rechazará gran parte de lo que es llamado y practicado como fe. Simplemente, él no lo aceptará. ¿Por qué? Porque es una fe corrompida.
Muchos predicadores hoy humanizan totalmente el tema de la fe, describiéndolo como si existiera sólo para ganancia personal o para satisfacer necesidades propias. “Si puedes soñarlo, puedes tenerlo”. Esto es terrenal, materialista y está arraigado a este mundo.
Mi mensaje para aquellos que verdaderamente aman a Jesús y quieren vivir por fe de una manera que le agrade a él, es este: Toda fe verdadera nace de la intimidad con Cristo. De hecho, si tu fe no sale de dicha intimidad, no es fe, en absoluto, a sus ojos.
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos” (Hebreos 11:1-2).
Muchas personas de fe se mencionan en Hebreos 11 y encontramos un denominador común en sus vidas. Cada uno tenía una relación personal e íntima con el Señor. Vemos a Abel (11:4); Enoc (11:5); Noé (11:7); y Abraham (11:8). Todos estos hombres murieron en la fe; el mundo simplemente no era su hogar.
¿Anhela tu corazón un caminar más cercano con el Señor? ¿Hay una creciente insatisfacción dentro de ti respecto a las cosas de este mundo? ¡Entonces busca al Señor mismo! Pasa tiempo en su presencia y tu fe crecerá.