LA FEROZ GUERRA DE LA FE

David Wilkerson

Amados, estamos en una guerra feroz, una lucha de vida o muerte por nuestra fe. Satanás está decidido a hacer naufragar y destruir la fe de los escogidos de Dios, y mientras más fuerte sea tu fe, mayor será su ataque en tu contra.

Cuando la fe ha sido destruida o se pierde, los creyentes se debilitan y se vuelven a la idolatría y la maldad. Pablo advirtió que algunos habían hecho a un lado su fe. Le encargó a Timoteo que pelee la buena batalla diciéndole: “Aférrate a tu fe en Cristo y mantén limpia tu conciencia. Pues algunas personas desobedecieron a propósito lo que les dictaba su conciencia y, como resultado, su fe naufragó” (1 Timoteo 1:19 NTV).

También advirtió a Timoteo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1). Junto con Timoteo, Pablo advirtió a la iglesia que Satanás intentaría derribar la fe de algunos. “Que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (2 Timoteo 2:18).

Pedro sufrió un feroz ataque de Satanás en contra de su fe. Su fe enfureció tanto al infierno, que el diablo pidió permiso para zarandearlo a ver si permanecería en pie. “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte.” (Lucas 22:31-32).

Un cristiano con fe inquebrantable es marcado como el “Enemigo Número 1” en el infierno y la razón es la siguiente: Por la fe y el poder que libera, someten reinos; nace la justicia; obtienen las promesas de Dios; cierran bocas de leones; apagan el fuego satánico y escapan de la espada. En su debilidad los fieles son hechos fuertes y se vuelven valientes en la batalla, haciendo que el ejército del demonio huya. Estos fieles despiertan a los muertos y no se rinden cuando son torturados. Soportan gozosos las burlas, palizas, lapidaciones, y, si se les encierra en la cárcel, cantan.

¡La fe sustenta a los que la poseen!